Por Luis Jiménez 30 de agosto de 2025, 8:00 AM

El 94% de los homicidios culposos en Costa Rica se originan en accidentes de tránsito, de acuerdo con datos del Ministerio Público. 

La Fiscalía advierte que la mayoría de estos hechos están asociados al exceso de velocidad, la conducción bajo los efectos del alcohol y el irrespeto a las señales de tránsito.

La imprudencia de un conductor o una distracción momentánea puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.

El fiscal Omar Jiménez, especialista en contenidos de la Unidad de Capacitación y Supervisión del Ministerio Público, señala que estos delitos no se caracterizan por la intención de causar daño, sino por la negligencia de los involucrados.

“Cuando hablamos de homicidios culposos, nos referimos a un hecho de la vida real en el que, producto de una negligencia o de la falta de deber de cuidado, se produce la muerte de una persona. Quien causó el hecho no quería que la víctima falleciera, pero su descuido provocó ese resultado”, explicó Jiménez.

Según el fiscal, la mayor parte de los homicidios culposos están relacionados con el tránsito vehicular.

“El 94% y hasta un 96% de los homicidios culposos se dan en eventos de tránsito. Ese es el grueso de los casos que enfrentamos en Costa Rica. También se pueden presentar en otros ámbitos, aunque en menor medida, como la mala praxis médica o actividades industriales riesgosas donde se incumplen protocolos de seguridad. En el ejercicio profesional de la salud, por ejemplo, una negligencia puede terminar en la muerte de un paciente. Son casos menos frecuentes, pero posibles”, agregó Jiménez.

El Ministerio Público realiza un proceso minucioso para determinar responsabilidades en este tipo de hechos. La recolección de pruebas técnicas y científicas es clave para reconstruir la escena y establecer qué acciones derivaron en la muerte de la víctima.

Según el fiscal, la prueba debe contar una historia, una que les permita entender cuál fue la causa efectiva de la muerte y quién incumplió su deber de cuidado.

Entre los principales insumos utilizados están las pruebas de alcoholemia, los croquis de los lugares donde ocurrieron los accidentes, las declaraciones de testigos y las grabaciones de cámaras cercanas. Además, peritos forenses analizan huellas de frenado, restos de vehículos y lesiones en las víctimas para comprender la dinámica del hecho.

“Un charco de aceite, el punto de impacto, la huella de frenado o los traumas del cuerpo nos ayudan a reconstruir la secuencia de los eventos y determinar responsabilidades”, detalló el fiscal Jiménez.

El homicidio culposo está tipificado en la legislación costarricense con penas que van de seis meses a seis años de cárcel. Sin embargo, cuando los hechos están relacionados con consumo de alcohol o drogas, la condena puede oscilar entre uno y diez años de prisión.

La ley también contempla sanciones complementarias, como la inhabilitación para conducir vehículos o ejercer determinadas profesiones. En casos de mala praxis médica, por ejemplo, se puede suspender el derecho al ejercicio profesional.

“Esto busca evitar que una persona reincida y, al mismo tiempo, gradar la respuesta del Estado según la gravedad de la conducta. No es lo mismo el descuido de alguien que nunca ha tenido multas a quien ya ha hecho del irrespeto a la ley su forma habitual de manejar”, puntualizó Jiménez.

En Costa Rica, entre 2019 y 2024, las estadísticas de homicidios culposos oscilaron entre 400 y 600 casos anuales. Para la primera mitad de 2025, las cifras ya se encuentran en ese rango, lo que refleja que el problema se mantiene con alta incidencia.

El fiscal hizo un llamado a la población a reflexionar sobre la responsabilidad que implica cada acción al volante.

“A veces es un descuido menor, una distracción de segundos, lo que termina en la muerte de alguien. Por eso insistimos en la importancia de respetar las normas y conducir de manera preventiva”, manifestó Jiménez.

El vocero agregó que la educación y la conciencia ciudadana son fundamentales para reducir estos hechos: “Siempre que usted vaya a tomar el volante, pregúntese cuáles son las reglas de aquello que va a emprender y qué circunstancias pueden cambiar. Manejar no es esperar a ver qué pasa, sino prevenir. Detenerse ante un alto o un semáforo en rojo es una acción sencilla que puede salvar vidas”.

El Ministerio Público insiste en que las penas y sanciones por sí solas no serán suficientes si no existe un cambio de cultura vial. El compromiso de los conductores y la fiscalización de las autoridades deben ir de la mano para reducir los homicidios culposos.

“Cada vez que realizamos una actividad riesgosa, como manejar en carretera, tenemos la obligación de cumplir las reglas establecidas. El respeto por la ley y por la vida de los demás no es opcional”, concluyó el fiscal.

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