Por Luis Jiménez |13 de abril de 2022, 14:40 PM

Richard, un paciente que padeció distrés severo por COVID-19, logró salir de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Max Peralta en Cartago y, tras permanecer 165 días internado, regresó a casa.

El paciente de 41 años se contagió del virus en octubre de 2021 y, a partir de ese momento, nada fue igual. Su esposa e hijos creían que era algo leve, pero no fue así.

El Síndrome de Distrés Severo por COVID-19 es una afección potencialmente mortal, que cursa con una importante alteración en el intercambio gaseoso a nivel pulmonar. 

“Lo llevamos al hospital, donde fue abordado inmediatamente; tras un cultivo, notaron la presencia de un hongo y lo medicaron, pero al no responder a los medicamentos procedieron a intubarlo: ocho días después, ya iba para la Unidad de Cuidados Intensivos con un procedimiento muy invasivo y de alto riesgo.

“Entendí que yo no podía hacer nada por él y le pedí a Dios, que todo lo puede, que nos hiciera un milagro, no solamente por mí, sino por mis hijos que necesitaban mucho a su papá”, dijo Viviana, esposa de Richard.

Este miércoles, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) dio a conocer este caso y lo tituló como una “historia de esperanza en el Max Peralta”, ya que se podría decir que es de los más severos: llegó a necesitar el “top” de atención, colocarlo en una máquina de soporte extracorpóreo para oxigenar, eliminar el dióxido de carbono y mantener las funciones vitales.

Saúl Rodríguez, médico intensivista, contó que Richard padeció de neumotórax, eso significa que se “desinfla el pulmón”, una complicación que tuvo que ser intervenida quirúrgicamente con apoyo de los cirujanos del Hospital Calderón Guardia. Se le realizó una cirugía de tórax y requirió de cuidados intensivos.  

“Después de la cirugía tuvo que estar 40 días en un proceso de rehabilitación, soporte nutricional y con terapia respiratoria, antes de separarlo del ventilador mecánico. La idea era que volviera a respirar por sí mismo, pero es un proceso paulatino y lento porque en enfermedades tan severas se pierde la masa muscular y la falta de acondicionamiento físico dificulta el proceso”, comentó Rodríguez.

A partir de que Richard fue intervenido, requirió de muchos especialistas como médicos intensivistas, terapeutas respiratorios y físicos, enfermeros especializados en cuidados críticos, cirujanos de tórax y vasculares periféricos, neumólogos, microbiólogos, médicos de rehabilitación, nutricionistas, psicólogos, farmacéuticos y muchos otros.

“Algo que nunca olvidaré es que, cuando Richard había logrado alimentarse por sí mismo y ya lograba comer de todo, le preguntaron si se le antojaba alguna cosa y pidió su hamburguesa favorita. Ese día, el personal le mandó a traer el combo completo, usando sus propios recursos.

“Otras veces le encendían el televisor y le ofrecían otros gustitos, para que el ambiente fuera más acogedor. Esos detalles me sorprendieron mucho, porque considero que, además de que no está en sus funciones, él era un desconocido para ellos, pero eso no importaba, lo hacían con todo el cariño, para motivarlo”, señaló la esposa de Richard.

El pasado 5 de abril, el Hospital Max Peralta despidió con alegría, entre aplausos, risas, música y entusiasmo, a un paciente que estuvo muy grave, que ameritó cuidados de mucha gente, pero que nunca perdió la esperanza de salir adelante.

“Hoy Richard se recupera al lado de su esposa y sus dos hijos, que son su gran motivación para enfrentar una importante etapa de rehabilitación”, agregó el médico.   

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