Por Eric Corrales 27 de noviembre de 2025, 22:27 PM

El cáncer de próstata es asintomático en sus fases iniciales, por lo que solo puede detectarse mediante exámenes de control. Cuando se identifica un tiempo, la tasa de supervivencia puede superar el 90%. 

En cambio, cuando se diagnostica en etapas avanzadas, las opciones de tratamiento curativo disminuyen excesivamente y la calidad de vida se ve afectada.

En Costa Rica, el 66% de las muertes por esta enfermedad en 2022 se produjo en hombres mayores de 75 años, evidencia clara del diagnóstico tardío.

"La detección temprana es la herramienta más poderosa que tenemos. Un examen a tiempo puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. El mejor pronóstico se logra con el diagnóstico oportuno", explica la doctora Liliana Torres, médica internista y vocera de Bayer.

Las dos pruebas clave para la detección temprana son el PSA y el tacto rectal. El PSA es un análisis de sangre que mide la concentración de una proteína producida por la glándula prostática, mientras que el tacto rectal permite identificar alteraciones que pueden no reflejarse en el PSA. Realizadas juntas, aumentan significativamente la posibilidad de detectar la enfermedad antes de que aparezcan síntomas.

"Cuando los hombres se hacen los chequeos a tiempo, la diferencia es enorme: el cáncer de próstata suele detectarse en etapas tempranas y la supervivencia supera el 90%. En cambio, quienes llegan tarde enfrentan procesos más duros y con mayor sufrimiento. Hacerse el antígeno prostático o el tacto rectal es un acto de valentía", afirma Lilliam Vásquez de Fundacáncer.

Don José recuerda el día que recibió su diagnóstico: "Sentí miedo, sí, pero también alivio. Saberlo a tiempo me permitió actuar. El tratamiento fue duro, pero estoy aquí, acompañando a otros hombres para que no esperen tanto como yo esperé".

Según la Organización Mundial de la Salud, cuando el cáncer se encuentra localizado en la glándula prostática, la tasa de supervivencia a diez años puede superar el 90%.

Factores de riesgo

Edad: el riesgo aumenta significativamente después de los 50 años.

Antecedentes familiares: tener un padre o hermano con cáncer de próstata duplica el riesgo.

Etnia: los hombres afrodescendientes presentan mayor incidencia y mortalidad.

Estilo de vida: dieta alta en grasas saturadas y sedentarismo incrementan la probabilidad de desarrollar la enfermedad.

El costo de no prevenir es alto. En etapas avanzadas, el cáncer puede diseminarse a huesos y otros órganos, generando dolor, discapacidad y pérdida de esperanza de vida.

“El acompañamiento emocional de la familia, la promoción de cheques regulares y una conversación abierta sobre la salud son factores que pueden salvar vidas”, enfatizó la doctora.

Para don José, el mensaje es claro: "El diagnóstico a tiempo me salvó la vida. Ahora mi misión es convencer a otros hombres de que se revisen cada año. El miedo no salva a nadie. El examen sí".

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