Por Alejandro Umaña Rojas |9 de mayo de 2024, 16:25 PM

Una plaga de palomas de Castilla vive en San José y en otras zonas urbanas del país desde hace años. Esta especie no es endémica: fue introducida desde Europa. Su hábitat natural allá son los acantilados, pero como en Costa Rica no hay, se instalaron en las ciudades.

La falta de depredadores y la facilidad de encontrar alimento hicieron que se reprodujeran sin control y ahí se quedaran.

“Es un animalito que es bonito, a los niños les encanta, pero más allá de eso es una problemática, porque ellas se reproducen rápidamente, en grandes cantidades. Luego, el daño que provocan al ambiente, edificios; pero, principalmente, a la salud de las personas que están expuestas a ellas, a sus excretas que tienen parásitos, esporas y bacterias que pueden provocar enfermedades a las personas”, explicó Emperatriz Ordeñana, de Servicios Ambientales de la Municipalidad de San José.

Además de enfermedades, las heces de las palomas pueden corroer los inmuebles.

Ante una consulta de Telenoticias al Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural, respondieron textualmente:

“Ciertamente, las heces de las palomas de castilla poseen una acidez que daña las estructuras de los edificios, principalmente aquellas de piedra, tal es el caso del Teatro Nacional y el Colegio Superior de Señoritas, por ejemplo.

“Además, dañan y manchan la pintura de otras edificaciones patrimoniales, como incluso es el caso del edificio que ocupa esta institución”, indicaron.

En 2019, Senasa aprobó el uso de un producto anticonceptivo que se colocaría en el alimento de las palomas para reducir la tasa de reproducción.

¿Qué ocurrió con ese anticonceptivo? La respuesta es que no se llegó a aplicar.

Danilo Leandro, director de la Dirección Regional Metropolitana de Senasa, indicó de manera escrita:

“El Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa) otorgó la aprobación para la importación del anticonceptivo; sin embargo, y a pesar de ello, el importador no procedió a traer el producto al país, por lo tanto, no existe ningún método de control”, detalló.

“Aunque está catalogada como una plaga, no es posible exterminarla de manera tal cual, lo que se había hablado era de controlar su reproducción o natalidad, a través de esta sustancia que podría traer un producto”, acotó Ordeñana.

Además, el proyecto tenía pocas posibilidades de ser efectivo.

“Si la palomita no la tomaba todos los días, podía seguirse reproduciendo, es decir, la efectividad era muy baja en el control de la natalidad, todo era un proceso de todos los días y a muchas horas, nos andaba costando, hace seis años, un millón de colones”, concluyó la experta.

Actualmente, algunos inmuebles utilizan mallas o púas metálicas en las cornisas para mantener alejadas a las palomas.

Sin embargo, eso no ha sido una solución efectiva a la contaminación que provocan las excretas de las palomas y la amenaza a la salud humana.

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