10 de abril de 2013, 5:21 AM


Los delincuentes llevan temor y dolor a muchos pulperos pero también golpean seriamente sus finanzas. Algunos apenas empiezan a recuperarse de un asalto cuando se convierten en víctimas de otro.

El mini súper Los Ciros en Cartago es todo un éxito. Doña Guiselle Araya no para de atender clientes todo el día y aunque termina exhausta sabe que gracias a ese trabajo saca adelante a sus tres hijos.

Lo malo es que no solo los clientes entran y salen con tanta facilidad. En menos de tres años los asaltantes la han visitado 4 veces.

Afortunadamente Guiselle y su familia no han salido heridos, pero los delincuentes sí han hecho gran daño a su negocio. Un daño del que aún no logran recuperarse.

A pesar del riesgo, en el mini súper Los Ciros no quieren cerrar las puertas pues aseguran sus muchos de sus clientes ya son como parte de la familia.

Pero esa no es la única razón. Convertir su negocio en un fortín podría salirles aún más caro.

La mayoría prefiere no arriesgarse. Cedazos, llavines, candados y rejas son ahora las fachadas de pulperías y abastecedores.

El hampa obliga encerrarse y con ello los comerciantes tienen que ponerse creativos para atender a sus clientes. La Cámara de Detallistas tiene 5300 afiliados que reportan al menos 56 robos y hurtos por semana.

A ellos les preocupa seriamente la situación que viven los pulperos pues son parte de una cadena donde todos salen perdiendo.

Según la Cámara de Detallistas si las rejas y las cámaras no alejan a los delincuentes, muchos comerciantes tendrán que empezar a cerrar sus negocios.

Ante este panorama la Dirección de Programas Preventivos de la Fuerza Pública invita a los pulperos a formar parte de una iniciativa que busca agilizar la acción policial en caso una emergencia.

Las autoridades recomiendan a los pequeños comerciantes llamar a la línea 800 vecinos o visitar la delegación policial más cercana para formar parte de los programas de seguridad comunitaria, que han probado ser exitosos.

Por desgracia en la lotería del hampa cualquiera puede salir premiado y los comerciantes temen que llegue el momento donde no se trate de si les tocará o no… sino de cuándo.