Por Luis Ortiz 4 de marzo de 2015, 7:54 AM

¿Por qué el vuelo 628 de Lacsa no despegó aquella tarde de mayo de 1988? El ingeniero de vuelo, Héctor Araya, recuerda los detalles de lo ocurrido.

“El avión no despegó porque minutos antes hubo cambio de aviones, y en la prisa, en el avión en que nosotros despegamos se habían quedado 4.000, que con los 19 pasajeros que llevábamos nunca fue posible balancearlo”, explicó.

Tras investigar el accidente en el que sobrevivieron los 24 ocupantes, La Dirección de Aviación Civil confirmó que hubo un desbalance en la carga y exceso de peso en el compartimento delantero. Eso provocó la sensación en el piloto al momento del despegue y la decisión de abortar

Según Aviación Civil, había una diferencia de casi 6.000 libras entre el peso y balance original y el real con el que salió el avión matrícula TI-LRC. Eso provocó que el centro de gravedad se desplazara hacia adelante.

“Cuando D’Ambrosio (el capitán) rotó sintió que algo no estaba bien y por supuesto lo  anormal estuvo en un peso indebido, un cálculo equivocado, la potencia de despegue era diferente a la que teníamos que llevar con más peso”, relató Armando Rojas, el copiloto del vuelo 628.

El avión que debía hacer la ruta San José-Managua-Miami ese día era otro, pero a última hora se tomó la decisión de cambiar de aeronave, el informe de Aviación Civil indica que el manifiesto de peso y balance presentaba tachones y errores.

Los tripulantes de ese vuelo coinciden en que la decisión del Comandante D’Ambrosio fue la correcta.

“Hubo accidentes anteriores provocados por el centro de gravedad perdido, como el del avión con carne que se accidentó por la Firestone y a nosotros nos hubiera pasado lo mismo si no hubiera tomado la decisión de abortar”, dijo Araya.

El avión Boeing 727-100 con matrícula TI-LRC había sido arrendado a la empresa venezolana Avensa un año atrás.

Shirley Herrera, azafata aquel día, dijo que “fue un verdadero milagro, la parte que quedaba hacia la autopista estaba en llamas, lo que la gente veía eran llamas y salimos por el otro lado”.

Mientras que Rojas recuerda que “no teníamos acceso a los pasajeros y ellos tampoco a los pilotos, los cables de comunicación se habían roto”.

El tripulante de cabina de aquel vuelo de Lacsa, Eduardo Paredes, afirma que lo sucedido es traumático, “dio miedo volver a volar, los recuerdos pasan”.

La presencia de curiosos alrededor dela zona del accidente preocupaba a los tripulantes. “Me llamó la atención tanta gente alrededor, si el avión hubiera explotado hubiera sido una catástrofe”, consideró Araya.

Hoy, el accidente del vuelo 628 es tan solo un recuerdo, que los atormentó incluso meses después, pues los restos del TI-LRC quedaron en el lugar algún tiempo.

“Yo vivía en Santa y volvía la cara para otro lado, era muy traumático”, narró Paredes.

Por su parte, Shirley Herrera recuerda como “el volver a volar fue lo difícil, no fue el momento mismo, por adrenalina sale, pero se supera, como todas las cosas difíciles en la vida”.