Por Randall Corella |11 de diciembre de 2022, 16:04 PM

El sábado 23 de julio de 1966 el mítico estadio de Wembley fue escenario de un desplante histórico ante la Corona Británica y el inicio de una rivalidad que ha encontrado tierra fértil en los mundiales.

En los cuartos de final de Inglaterra 66, la selección anfitriona y Argentina se cruzaron por segunda ocasión en su historia en una Copa del Mundo. Era también la segunda vez que la selección sudamericana jugaba en el mítico estadio londinense.

Argentina había llegado a esa instancia luego de haberle ganado a España y Suiza, y empatar con Alemania. Ese récord sobre los europeos, sumado a los comentarios de la prensa local sobre el juego rudo de los sudamericanos, hizo que el clima hacia el conjunto argentino no fuera el mejor, sobre todo de cara a un partido contra los locales que dejaría a alguno de los equipos fuera del torneo. 

El juego arrancó a las 3 p.m. y avanzó con cierta normalidad, aunque el árbitro alemán Rudolf Kreitlein ignoraba los reclamos de ambos equipos por el juego brusco de su rival, que en cualquier momento podría dejarles con un jugador menos (entonces no había cambios ni amonestaciones y las expulsiones eran “invitaciones” a dejar el campo de juego).

De repente, al minuto 35, Kreitlein detuvo el partido y le señaló al capitán argentino, Antonio Ubaldo Rattín, el camino a los vestuarios. Se armó un tumulto y el 10 se negaba a salir de la cancha sin una explicación, pero ni el silbatero hablaba español, ni él hablaba alemán.

Pasaron cerca de 10 minutos y Rattín seguía en el campo. Fue necesaria la presencia de un traductor en el césped para que ayudara a aclarar la situación.

“No me gustó la forma en la que me miró”, dijo el árbitro, que interpretó la mirada como un insulto y la gota que derramó el vaso después de varias llamadas de atención al férreo mediocampista.

Sin más explicación, Rattín dejó la cancha escoltado por la policía y haciendo gestos de desaprobación que enfurecen al público. El partido se reanudó y el capitán argentino se sentó a mirarlo… ¡en la alfombra roja de la Reina!

“Luego de ver el partido unos 10 minutos me levanto y voy al vestuario. El viejo Wembley no tenía túnel y sólo un alambrado olímpico de un metro de altura. Voy caminando, me tiraban chocolate. Cuando llego al banderín del córner, flameaba la bandera inglesa, la retuerzo, entonces me empiezan a tirar cerveza y me voy corriendo al vestuario”, contó El Rata años después.

La Reina Isabel II no estuvo en Wembley ese día en la victoria 1-0 de los ingleses (sólo fue al partido inaugural y la final), pero quien sí estuvo fue Ken Aston, el jefe de árbitros del torneo que también tuvo que intervenir para sacar de la cancha al expulsado. 

Toda aquella polémica con Rattín se quedó dando vueltas en la cabeza de Aston, hasta que un día, frente a un semáforo de Kensington Road, se le ocurrió usar tarjetas rojas y amarillas para poner fin a los malentendidos idiomáticos e informar a los futbolistas mal portados que no podrían seguir jugando.

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