Por Randall Corella |21 de noviembre de 2022, 9:59 AM

La llegada de las 32 selecciones a Qatar, calentó el ambiente mundialista en un fin de año poco habitual para los aficionados al fútbol. Algunas de las delegaciones han tenido que viajar más de 15 horas en avión, en una larga travesía por aeropuertos de varios continentes. 

Mirar hoy la ilusión y algarabía con la que cientos de jugadores emprenden el viaje a Medio Oriente hace parecer mentira que, unas décadas atrás, hubiera selecciones empeñadas en no participar en la Copa del Mundo, ya fuera por desacuerdos, disgustos, penurias económicas o, simplemente, por ahorrarse la fatiga de trasladarse hasta el país organizador.

En el primer Mundial de la historia, Uruguay 1930, aunque el anfitrión se comprometió a pagar el viaje y la estadía de los equipos participantes, poco antes de la patada inicial, varias selecciones europeas comenzaron a declinar.

Primero dijeron que tenían problemas económicos tras sufrir la Primera Guerra Mundial, y después añadieron a sus razones la negativa de los clubes del Viejo Continente a quedarse sin sus figuras durante los más de dos meses que implicaba participar en el Mundial.

Las más notables ausencias fueron Austria, Inglaterra, España, Hungría, Checoslovaquia e Italia, algunas de ellas todavía molestas por la designación de Uruguay como sede.

Tras muchas cartas y negociaciones, Rumanía, Bélgica, Francia y la antigua Yugoslavia accedieron a realizar el viaje periplo de más de dos semanas en barco hasta Montevideo. El 19 de junio de 1930, el SS Conte Verde zarpó de la bahía de Villefranche-sur-Mer, en el sur francés, con la delegación gala. En el camino, hizo paradas en Génova y Barcelona para subir a bordo a rumanos y belgas.

Las memorias del entonces presidente de la FIFA, Jules Rimet, cuentan que el viaje parecía un crucero de placer, con fiestas, bailes y sesiones de entrenamiento incluidas. Luego de otras paradas en Lisboa, Las Canarias, Río de Janeiro y Buenos Aires, finalmente tocaron puerto uruguayo el 5 de julio, una semana antes del inicio del certamen.

Cuatro años más tarde, para Italia 1934, la historia se repitió, pero en dirección inversa. Muy pocas naciones americanas decidieron emprender el viaje hacia Europa; entre ellas Uruguay, el único campeón del mundo que no defendió su título, como reclamo por la baja participación europea en el Mundial que ellos organizaron. 

Al final, las selecciones que asistieron pasaron más tiempo en un barco que sobre el terreno de juego. Brasil y Argentina, viajaron casi dos semanas hasta Italia y fueron eliminadas en el primer partido, al perder contra España y Suecia, respectivamente.

La de México y Estados Unidos fue una historia todavía más ingrata. Ante la inscripción tardía de los estadounidenses, la FIFA decidió que disputaran ante los aztecas el último boleto al Mundial en una cancha neutral: El Estadio Nacional Fascista ¡en Roma! 

Tras estar dos semanas en altamar, el 24 de mayo de 1934, Estados Unidos ganó 4-2 y envió a casa a los mexicanos. Sin embargo, la alegría no duró mucho, tres días después Italia cobró venganza, goleó 7-1 a los estadounidenses y los despidió del Mundial.

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