Por Randall Corella |18 de diciembre de 2022, 9:46 AM

El defensa argentino Luis Felipe Monti tiene un lugar asegurado en la historia del fútbol. Fue el autor del primer gol albiceleste en una Copa del Mundo y uno de los pocos hombres que ha tenido el privilegio de jugar dos finales mundialistas en forma consecutiva.

Aunque el caso de Doble Ancho, como era conocido en el fútbol, es aún más especial, porque ha sido el único que lo hizo ¡con dos selecciones diferentes!

Sin embargo, lejos de causar envidia, la suya fue una experiencia que quizá no disfrutó como se debía: Las dos finales las disputó bajo peligro de muerte.

Nacido en 1901, en Buenos Aires, Monti comenzó su carrera en San Lorenzo de Almagro, donde destacó hasta ser llamado a integrar la Selección argentina que participó en los Juegos Olímpicos de 1928 y en la primera Copa del Mundo, dos años después, en Uruguay.

Si bien Argentina había apoyado para que su país vecino fuera elegido como la sede de ese histórico primer Mundial de fútbol, apenas La Albiceleste puso un pie al otro lado del Río de la Plata, sus jugadores fueron objeto de una enorme hostilidad. 

Desde su primer partido ante Francia, los hinchas uruguayos insultaron y lanzaron proyectiles contra los argentinos, hiriendo a algunos jugadores y causando daños al autobús que los transportaba.

La situación fue empeorando conforme los argentinos avanzaron hasta llegar a la final del torneo… Ante los anfitriones. En los días previos al juego por el título, se rumoreó que algo malo podría pasar si Argentina ganaba y el propio Monti recibió en el hotel amenazas anónimas contra él y su familia.

A pesar de eso, La Albiceleste se fue al descanso con el marcador a su favor (1-2), pero algo pasó en el vestuario (dicen que nuevamente fueron amenazados por los hinchas) y, en la segunda parte, Uruguay remontó el juego (4-2), dejándose el título ante la extraña pasividad de sus rivales.

De hecho, Doble Ancho fue señalado como uno de los culpables de la derrota y, ante el mal ambiente que encontró de regreso en su país, aceptó la oferta del Juventus de Turín y se mudó al fútbol de Italia.

Gracias a su buen desempeño en Turín, y una de las muchas movidas del gobierno fascista para demostrar su poderío ganando el torneo que organizaban, Monti volvió a estar en la Copa del Mundo, pero esta vez con la selección italiana.

Con cuatro jugadores sudamericanos en el plantel – Monti, Raimundo Orsi, Enrique Guaita y Atilio Demaría- la selección anfitriona llegó a disputar el título del torneo ante Checoslovaquia.

“Ganar o morir”, les advirtió el dictador Benito Mussolini antes de disputar la final en el Estadio del Partido Nacional Fascista, en Roma. Cuentan que, durante el descanso, el propio Duce bajó al vestuario y sermoneó a Monti por la cantidad de faltas que estaba cometiendo y les tenían abajo en el marcador 0-1.

De vuelta al campo, el zaguero mejoró su desempeño e Italia terminó ganando 2-1. Un gol de su compatriota Orsi (al 81’), les permitió empatar el cotejo e ir al alargue y otro de Angelo Schiavio (al 95’), les salvó la vida.

“En Montevideo me mataban si ganaba y en Roma me mataban si perdía”, recordó Monti años después. Al menos vivió para contarlo.

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