Por Randall Corella |25 de noviembre de 2022, 11:04 AM

Algunas veces en el fútbol, no valen tanto las previsiones, cuidados o paranoias, si la mala suerte está empeñada en dar al traste con tus aspiraciones. Y uno de los mejores ejemplos le sucedió a la Selección de la hoy desaparecida Yugoslavia en la Copa del Mundo Brasil 1950.

Los yugoslavos habían clasificado a la justa mundialista luego de superar a Israel con un global de 11-2, y dejar en el camino a Francia, en un partido de desempate que se jugó en Italia y se resolvió con marcador 3-2 en tiempos extra.

Ya en suelo brasileño, gracias a sus contundentes victorias por goleada en los dos primeros juegos de la fase de grupos ante Suiza (3-0) y México (4-1), los balcánicos se convirtieron en una de las gratas sorpresas del torneo, pero, sobre todo, en rival de cuidado para los anfitriones de cara al último partido del Grupo 1.

El duelo entre Brasil y Yugoslavia, el 1° de julio en Río de Janeiro, definiría al ganador del grupo y único dueño del boleto a la cuadrangular final del certamen. Como a la selección brasileña le urgía una victoria para clasificar (había vencido a México y empatado con Suiza), los yugoslavos comenzaron a entrar en sospechas. 

Siendo un poco paranoicos, temieron que alguien estuviera tramando atacarlos para que no llegaran en plenitud de condiciones al partido en el estadio Maracaná. Así que extremaron cuidados: viajaron varios días antes a Río para aclimatarse bien y decidieron no probar un sólo bocado en el hotel sino en la embajada de su país, por temor a que se estuviera tramando algún atentado gastronómico contra ellos.

En medio de estas y otras previsiones, llegaron al Maracaná dispuestos a hacer historia, dejando tendida a la poderosa selección anfitriona ante más de 140.000 espectadores… Pero no contaban con la mala suerte.

Cuando regresaban a los vestuarios después del calentamiento, el delantero Rajko Mitic resbaló en el túnel de salida y se golpeó la cabeza contra una viga saliente del estadio aún en construcción. El accidente le dejó un profundo corte en la cabeza que lo obligó a quedarse en el camerino mientras le aplicaban varios puntos de sutura.

El técnico Milorad Arsenijevic ya había confirmado el once inicial y las reglas de entonces no permitían hacer variantes, así que el cuadro balcánico debió comenzar el cotejo con diez hombres porque el árbitro Benjamin Griffiths decidió no retrasar más el pitazo inicial.

Con la cabeza vendada, Mitic regresó al terreno de juego cuando ya llevaban 15 minutos del primer tiempo y su equipo perdía 1-0, merced al gol tempranero de Ademir (4’).

Ya con la gran figura del Estrella Roja de Belgrado sobre el campo, Yugoslavia equilibró las acciones y tuvo más presencia en el ataque. Sin embargo, terminaría encajando el segundo gol en un contragolpe, obra de Ziziño al 69’, y despidiéndose de la Copa a pesar de todos sus cuidados.

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