Por Randall Corella |23 de noviembre de 2022, 13:12 PM

Cada cuatro años la historia se repite en muchas relaciones. Apenas comienza la Copa del Mundo, novias, esposas y amantes empiezan también una lucha por la pasión de sus parejas…

Y como sucede en la cancha, en estas luchas a veces se gana, se pierde o se empata. Esta historia de amores y desamores se remonta hasta el primer Mundial, con hombres como el uruguayo Andrés Mazali, un deportista innato que a sus 27 años había ganado dos oros olímpicos, tres Copas América, cinco Campeonatos nacionales... ¡Y una fama de galán incurable!

Con semejante palmarés, su puesto como guardameta titular en la selección uruguaya que sería anfitriona del primer Mundial era casi seguro, pero el amor le puso una piedra de tropiezo.

Decididos a ganar el Mundial ante su afición, los dirigentes charrúas concentraron al Seleccionado Nacional durante 60 días en hotel de Montevideo, pero a unos días para el inicio del torneo, Mazali se escapó de la concentración para salir con una rubia que conoció en el hotel.

La aventura llegó a oídos del técnico Alberto Supicci, y unas horas después se anunció que Mazali quedaba fuera del plantel y no jugaría el Mundial que, a la postre, le daría el título a La Celeste.

Cuatro años más tarde, en Italia 34, el que ganó fue el fútbol. La Selección de Alemania debía disputar el tercer lugar del certamen contra Austria, pero entre las lesiones y deserciones de sus jugadores sólo disponía de diez hombres para enfrentar el duelo.

Ante la emergencia, el técnico Otto Nerz envió un telegrama a Reinhold Münzenberg, aguerrido defensa con algunos partidos internacionales de experiencia.

Al recibir la convocatoria, Reinhold telefoneó de inmediato al hotel donde estaba el equipo para explicar que no podría asistir al partido porque ese mismo día tenía otro compromiso: su boda.

"Una boda se puede retrasar, pero un Mundial, no", fue la respuesta que recibió. Así que el 7 de junio, en el Estadio Giorgio Ascarelli de Nápoles, y con Münzenberg en la zaga, Alemania se colgó la medalla tras ganar 3-2.

Algunas décadas después, en Estados Unidos 1994, el duelo entre el amor y el fútbol quedó en empate… O más bien, ganaron los dos.

El delantero brasileño Romario confesó a la prensa de su país que organizaba orgías durante la concentración del equipo para el mundial en Estados Unidos. “Puse a más de una mujer dentro del hotel. No me acuerdo cuántas fueron”, contó antes de autocalificarse ciento por ciento infiel y “mujeriego por excelencia”.

Más allá de la molestia del cuerpo técnico encabezado por Carlos Alberto Parreira, que había exigido abstinencia durante el mes que duraba el torneo, parece que todos salieron ganando con la insólita “concentración”: Brasil se coronó por cuarta vez como campeona del mundo y Romario no solo tuvo un mes lleno de romance, sino que fue nombrado mejor jugador del certamen.

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