Por Randall Corella |12 de diciembre de 2022, 13:35 PM

La semifinal de Suiza 1954 enfrentó a Hungría y Uruguay, dos potencias del momento que reunieron a más de 40 mil personas en el estadio de La Pontaise, Lausana. El 30 de junio, los vigentes campeones del mundo se toparon con los campeones olímpicos, una generación de oro que amenazaba con destronar a los héroes del Maracanazo.

El paso de ambos por aquella Copa del Mundo había sido arrollador, lo que empujó a los periodistas a pronosticar “El partido del siglo”, a pesar de que ni Puskas ni Obdulio Varela, sus máximas figuras, estarían en la cancha por lesión.

Sin embargo, la lluvia complicó las cosas, sobre todo para los charrúas, que a los 12 minutos ya perdían 1-0 y al comienzo del segundo tiempo recibieron el segundo golpe. La desventaja obligaba a sacar su garra para conseguir el boleto a la final, pero la remontada parecía lejana.

Hasta que, a falta de 15 minutos, en un contragolpe letal, Schiaffino filtró un pase para que Juan Eduardo Hohberg anotara el descuento con un certero derechazo.

Era el debut soñado para Hohberg, delantero argentino que aceptó nacionalizarse para estar en el Mundial de Suiza. Y fue más soñado todavía cuando anotó el empate al 87’.

Otra vez Schiaffino filtró un pase al área, Hohberg aguantó la salida del arquero Gyula Grosics y aprovechó el rebote para mandar la pelota al fondo.

El 2-2 forzaba al alargue e hizo estallar la euforia de los uruguayos. El anotador del gol corrió eufórico a celebrar con sus compañeros y la alegría los llevó al suelo abrazados. Pero tras el festejo, Juan no se levantó. Había sufrido un paro cardiaco.

El juez llamó al cuerpo técnico para que acudiera en su auxilio. Fuera del campo, junto a la portería que acababa de vencer, el doctor le daba masajes en el pecho y respiración de boca a boca, pero no respondía. El estadio enmudeció, aunque la pelota volvió a rodar, la gente seguía pendiente de Juan. Desde el banquillo llegó un asistente con Coramina, un medicamento para estimular el corazón y, después de varios minutos, Juan reaccionó.

Estuvo muerto por 15 segundos y revivió. Pero faltaba lo más increíble: con el partido en tiempos extra, Hohberg se puso la camiseta y regresó al campo para defender a su país.

A pesar de su osadía, Hungría marcó dos goles más, avanzó a la Final y le propinó a Uruguay su primera derrota en una Copa del Mundo.

Sin embargo, el Mundial no acabó ahí para La Celeste. Cuatro días después, en Zurich, disputó el partido por el tercer puesto ante Austria. Un duelo intenso que los sudamericanos acabarían perdiendo 3-1, con un gol marcado por… Juan Hohberg.