Por Randall Corella |3 de diciembre de 2022, 12:38 PM

Presente en todas las ediciones de la Copa del Mundo que se han celebrado hasta hoy -en muchas de ellas siendo protagonista-, pensar en un Mundial sin Brasil es casi como imaginar un Mundial sin pelota.

Hoy es normal ver sobre la cancha a la selección brasileña jugando con la tradicional “verdeamarela” o con el azul oscuro de su segundo uniforme. Sin embargo, ni uno ni otro han sido siempre sus colores mundialistas.

El primero de ellos nació en medio del llanto que dejó la mayor tristeza en la historia del fútbol brasileño. Hasta el 16 de julio de 1950, Brasil vestía totalmente de blanco, con ribetes y números en azul. Ese fue el uniforme de grandes presentaciones en las primeras tres ediciones del Mundial, pero todo acabó tras aquel trágico partido ante Uruguay en el estadio Maracaná.

La inesperada derrota 1-2 que le dio el título del mundo a los charrúas y sumió al país entero en el dolor, hizo que los brasileños quisieran enterrar absolutamente todo lo relacionado con aquel Mundial, empezando por las camisetas blancas.

En 1953, el periódico Correio da Manhã organizó un concurso para modificar el uniforme del Scratch, y el ganador fue un joven de 19 años llamado Aldyr Schlee, quien propuso la camiseta amarilla y verde, los pantalones azules y las medias blancas que perduran hasta hoy.

La historia del segundo uniforme azul es bastante más alegre. En sus primeros años, Brasil no tenía definido un tono secundario; era, más bien, algo definido en los momentos de necesidad. Así, llegó a jugar alguna vez con las camisetas prestadas del Peñarol de Uruguay y el Boca Juniors de Argentina.

En los Mundiales, la situación fue parecida. En Francia 38, Brasil y Polonia llegaron al estadio Meinau de Estrasburgo vistiendo camisetas blancas. Como perdieron el sorteo, los brasileños tuvieron que buscar prestadas unas camisas azul claro y ni siquiera les dio tiempo de bordar la insignia sobre el pecho. A pesar de la carrera, lograron ganar 6-5 y pasar a la siguiente fase.

El azul mundialista volvió a aparecer 20 años después, en Suecia 58, y de nuevo en caso de emergencia. Tras las semifinales del torneo, los organizadores se dieron cuenta que ambos finalistas, Suecia y Brasil, vestían camiseta amarilla y pantaloneta azul.

Cuenta la leyenda que los brasileños perdieron otra vez el sorteo y el utilero Francisco de Assis tuvo que correr por las calles de Estocolmo a buscar un nuevo uniforme de cualquier color, ¡menos blanco!

En una tienda, encontró 20 camisetas azules y, durante los dos días siguientes, se apresuró a coser los números y el escudo antes de la final. El nuevo tono no gustó mucho a los jugadores, pero el jefe de la delegación brasileña, Paulo Machado de Carvalho, les dijo que entrarían a la cancha simulando estar cubiertos por el manto azul de Nuestra Señora de Aparecida (patrona del país).

El 28 de junio de 1958, Brasil saltó al Estadio Rasunda vestida por primera vez con casaca azul, pantaloneta blanca y medias blancas, y por primera vez también ganaría la Copa del Mundo al golear 5-2 a los anfitriones. 

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