¿Por qué no hay requisitos académicos para ser diputado?
Aunque un proyecto de ley intentó cambiar esto en el pasado, la escolaridad sigue sin ser un obstáculo para llegar al Congreso.
La semana anterior, el Partido Pueblo Soberano eligió a un creador de contenido o “influencer” para ocupar el primer lugar en la papeleta de diputados por la provincia de Cartago.
Hace casi cuatro años, Restauración Nacional llevó al Congreso a Ignacio Alpízar, un electricista que solo había alcanzado el noveno año de colegio.
Ambas designaciones son parte de un debate que se repite prácticamente en cada elección nacional: ¿Por qué no hay requisitos académicos o profesionales para ser legislador?
Lo primero que hay que entender es que las obligaciones para ser diputado están manifiestas en el artículo 108 de la Constitución Política; y que son, cuando menos, simples:
1) Ser ciudadano en ejercicio.
2) Ser costarricense por nacimiento o por naturalización con 10 años de residencia en el país después de haber obtenido la nacionalidad.
3) Haber cumplido 21 años de edad.
La falta de cualquier otro atestado defiende un interés superior del constituyente: la representatividad, pues los diputados son extensiones de todo el pueblo, no solo de aquellos con cierto grado académico o social.
Pero, además, es un tema de derechos.
“Hay un derecho humano ya consagrado a nivel universal y es el derecho a la participación política, que debe ser irrestricta, tanto en términos pasivos, que es la posibilidad de elegir a nuestros representantes, y sobre todo en términos activos, el de presentarme yo, o cualquier persona, independientemente de condiciones de clase, de condición económica o de escolaridad, entiendo que tengo el mismo derecho exactamente que cualquier otra persona ciudadana”, explicó Rotsay Rosales, coordinador del Observatorio de Política Nacional de la Universidad de Costa Rica.
El experto recordó que muchos de los más brillantes ciudadanos que han pasado por el Congreso y que precisamente ayudaron en la construcción de la institucionalidad democrática actual, no necesariamente tenían un alto nivel de escolaridad.
“Sin embargo, se convirtieron en prohombres, en personas, en beneméritos, muchos de ellos de la Patria, porque supieron, a pesar de su ‘limitado nivel de escolaridad’, ser personas con un tremendo nivel de cultura y de visión ciudadana”, insistió.
Reformas
Las quejas por esa falta de requisitos, sobre todo en materia académica, han llegado incluso a plasmarse en proyectos de ley.
Uno de ellos fue el expediente 18.331, presentado en 2011 por un grupo de diputados encabezados por el liberacionista Francisco Chacón y que defendía una amplia reforma constitucional para combatir la entonces ya creciente “insatisfacción nacional” por la labor de los diputados.
Para lograrlo, según esos legisladores, era necesario cambiar las reglas en pos de una mayor representatividad, de manera que 42 diputados fueran electos a partir de los distritos electorales del país y los restantes 15 a nivel nacional.
Con esto “se fortalecería la rendición de cuentas y la fiscalización del electorado a través del establecimiento de la revocación anticipada del mandato, si un número representativo del distrito electoral, así lo decide”, justificaba la propuesta.
Para esos 42 diputados se bajaba la edad mínima a 18 años y se incluía, como requisito mínimo, el haber completado la secundaria. Para los 15 restantes, la edad mínima sería 35 años y se exigía un título universitario para intentar asegurar que existiera “una mayor preparación, experiencia y madurez de parte de esos diputados”.
Esa reforma no llegó ni a dictaminarse y se archivó tiempo después.
“Muchas veces lo que pasa es que no nos gusta aceptar que las personas que elegimos realmente muestran la sociedad que somos y las personas que somos como país. A veces, lo que menos nos puede gustar de la Asamblea Legislativa es que nos vemos en un espejo en ella, como sociedad y como país”, reflexionó Rosales.


