Por Juan José Herrera |22 de abril de 2024, 12:09 PM

El diputado del Frente Amplio, Ariel Robles, le solicitó este lunes al liberacionista Rodrigo Arias desistir de su interés por sumar un tercer año como presidente de la Asamblea Legislativa.

En una extensa carta, el frenteamplista aseguró que la democracia costarricense se tambalea y que en ese complejo escenario la experiencia política de Arias es más que suficiente para darse cuenta de que lo más sensato sería que renuncie a su candidatura.

Robles apoyó su tesis en tres razonamientos:

El primero que, ganar con los votos del oficialismo, “no es ganar en ética, ni principios, ni la decencia que amerita este momento histórico, mucho menos a cambio de un puesto en ese directorio”.

“No es saludable para la democracia costarricense la más mínima intervención del oficialismo a quien dirija el Primer Poder de la República. Lo siento don Rodrigo, pero un demócrata no puede en este momento decir “ocupo 29 votos para ser Presidente y de donde vengan esos votos no importa”. Hay fracciones y diputaciones de oposición que tenemos eso claro sin importar las lejanías ideológicas”.

La segunda es que, según el diputado, la Asamblea Legislativa requiere un directorio de oposición “que logre aglutinar un movimiento capaz de entablar la defensa de la institucionalidad, la democracia y la paz”, pero que eso es imposible bajo el mandato de Arias.

“Sus formas don Rodrigo, que podrían funcionar en otros tiempos y otros Gobiernos, no nos dan confianza a un grupo importante de legisladores y legisladoras de diferentes fracciones. Diputaciones que tememos que se siga pensando que ante la arremetida evidente y con cada vez más fuerza de las prácticas autoritarias y antidemocraticas del Gobierno, se siga optando por la conversa privada en algún restaurante, en su oficina en la Asamblea o Casa Presidencial como la única vía poco clara para calmar las aguas, misma que no ha funcionado mientras el país se cae a pedazos y el autoritarismo va en aumento”, añade.

Finalmente, “que las personas más dignas en la política son las que han sabido dar un paso atrás”.

“Si un autoritario le escoge a usted como depositario de sus votos, no es usted a quien requiere este momento histórico, porque un autoritario no elige a quien no le funcione a sus intereses y deseos.

“Ya ha dicho en diferentes círculos ese autoritario mandatario que hoy nos gobierna: ‘Lo mejor para él es que alguien como usted, de su apellido y representación, siga presidiendo el Primer Poder de la República’, esto porque le permitirá seguir atacando y desacreditando este Congreso bajo la retórica de que “lo gobiernan los mismos de siempre’”, sentenció.

Complejo pulso

La idea de un directorio de oposición nació el martes de la semana anterior luego del ataque que el presidente Rodrigo Chaves realizó en Limón contra la Contraloría General y los diputados del PLN Geison Valverde y Katherine Moreira.

Tras ese exabrupto, Rodrigo Arias declinó asistir al almuerzo que tenía pactado con Chaves para sondear el apoyo que el mandatario podría darle a su candidatura, hoy solo respaldada por la mayoría de los 19 votos de Liberación Nacional.

De hecho, las autoridades partidarias del PUSC y el PLN invitaron a sus diputados a hacer realidad ese directorio de oposición.

El problema es que los números no parecen cerrarle a ninguna de las dos nóminas.

Mientras Arias, públicamente, solo amasa 17 votos (dos liberacionistas dudan de su apoyo), Horacio Alvarado cuenta los 9 del PUSC y la posibilidad teórica de recibir los 6 del PLP y los 7 de Nueva República.

El Frente Amplio ya había adelantado que sus votos (6) no apoyarán a Arias pero que además tienen como condición la construcción de agenda de consenso.

Así, la renuncia de Arias a un tercer mandato liberaría el compromiso que hoy tiene su fracción, a costa, eso sí, de perder la presidencia.

Esa esperada elección tendrá lugar el miércoles de la próxima semana en medio de la tradicional sesión solemne del 1° de mayo, cuando también arranquen las sesiones extraordinarias, donde precisamente será el Poder Ejecutivo el que controle la agenda legislativa.

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