Por Walter Campos Moraga 1 de mayo de 2014, 4:31 AM

Néstor González recibió la petición de hacer un tatuaje bastante particular, sin saber que se trataba de una verdadera historia del amor de un nieto por su abuelo.

Se trataba del dibujo de un tiburón con una pierna en sus fauces. Cuando estaba en medio de plasmar el producto de su creatividad entendió el origen de esa idea.

Luis Zeledón le contó que su abuelo, quien tenía un gran sentido del humor, era diabético y siempre les contaba una historia algo fantasiosa de cómo había perdido su pierna, amputada.

Resulta que la creatividad del abuelo le llevó a decirles a sus nietos que durante una pelea, un tiburón se la había arrancado.

“Nunca dejó de ser abuelo sonriente, feliz y amable, cuando a él le cortan la pierna, en vez de andarle diciendo a los niños que estaba enfermo, se inventó la historia”, dijo.

Néstor tardó unas tres horas tatuándolo y pese a lo incómodo y doloroso de la posición, el resultado final satisfizo a ambos.