25 de abril de 2013, 5:12 AM

 Soñar en grande es un ejercicio mental saludable, pero de nada vale si no se van dando los pasos necesarios para llegar hasta allá arriba.
Con determinación y esfuerzo se debe caminar hacia la cima. Ese camino es el más enriquecedor.

Mientras jugaba con una pequeña máquina de coser, en el taller de su madre, Katia Solís soñaba con tener su propio negocio, diseñar y confeccionar su propia marca.

Esa herencia, la puso en práctica para tener otra entrada de dinero para sus hijos, haciendo remiendos en la casa. Pero paso a paso, fue construyendo ese sueño.

Los clientes satisfechos volvían, ahora para un diseño nuevo, y la casa se le hizo pequeña. Se pasó a un pequeño local, e incluso contrató su primera empleada.

Ahora le da trabajo a otras cinco mujeres, e incluso está buscando dos más. Se ha especializado en diseñar y confeccionar uniformes de calidad para diferentes empresas, y ropa deportiva.

Sus sueños de infancia tomaron forma, gracias a que decidió caminar hacia ellos. Ahora su vida cambió. Tiene más responsabilidades con sus trabajadoras, va reuniones para nuevos contratos, es ahora una pequeña empresaria.

Katia no solamente ha tenido la oportunidad de emplear a otras mujeres, también inspira a otras a surgir. Este nuevo negocio le ha permitido dar los primeros pasos a otras, para construir sus propios sueños.

El diseño de interiores le apasiona, y trabajando descubrió una necesidad en su área. Un día pasó frente al local de Katia, y pudo hablar con ella. Esa conversación fue suficiente para poner en marcha un proyecto en conjunto.

Le abrió un espacio en el taller. Siempre hay espacio para luchadoras. Laura trabaja en su propia línea de cojines decorativos.

Es normal que exista temor e incertidumbre al inicio. Pero para que una buena idea tenga éxito, hay que lazarse al agua, paso a paso, con esfuerzo y dedicación.