Por AFP Agencia |5 de noviembre de 2019, 11:11 AM

Miles de personas festejaron este martes el regreso a Sudáfrica de los Springboks, campeones del mundo de rugby, en un ambiente de carnaval inédito en un país en crisis, un cuarto de siglo después del final del apartheid.

Considerados como 'héroes' tras imponerse a Inglaterra por 32-12 en la final mundialista disputada el sábado en Japón, los jugadores de la selección sudafricana llegaron al final de la jornada al aeropuerto de Johannesburgo.

Desde su aparición en la terminal de llegadas, el tercera línea Pieter-Steph du Toit, elegido mejor jugador del año, y el medio scrum Faf de Klerk fueron recibidos con un concierto de cánticos y danzas.

"He venido porque los Springboks son el orgullo de nuestra nación", aseguró Rosharon Morgan, una mujer de 34 años y de raza blanca que acudió al evento con su sobrina de tres años.

Protegidos por un importante dispositivo de seguridad, la avanzadilla de la delegación sudafricana llegó horas antes que el grueso del equipo, con el seleccionador Rassie Erasmus y el capitán negro de los 'Boks' Siya Kolisi como principales protagonistas, que aterrizarán en el país horas más tarde.

A partir del jueves, una vez que toda la delegación haya regresado a Sudáfrica, se iniciarán los festejos, con desfiles populares en las principales ciudades del país: Pretoria, Johannesburgo, Soweto, Durban, East London, Port-Elizabeth y Ciudad del Cabo, hasta el próximo lunes.

Tras los títulos de 1995 y 2007, esta tercera corona mundial no podía llegar en mejor momento para un país que atraviesa grandes dificultades y que vive en un clima depresivo 25 años después de la tan esperada llegada de la democracia.

- 'Unidad en la diversidad' -

Un año después de su elección, la aparición en la final de 1995 del primer presidente negro del país, Nelson Mandela, vestido con la camiseta verde de un equipo nacional de rugby reservado durante décadas a los blancos, supuso un camino de esperanza hacia el cambio.

Pero un cuarto de siglo después, este deseo parece haber desaparecido en un país con una economía estancada, una tasa de paro que roza el 30%, con la pobreza instalada aún en buena parte de la sociedad y con unas desigualdades que no sólo no se han reducido, sino que se han aumentado, al punto de hacer de la primera potencia industrial de África, según el Banco Mundial, el campeón planetario de las desigualdades tanto sociales como raciales.

Cada vez más criticado, el gobierno negro no ha tardado en reivindicar el éxito de la selección de rugby, contra todos los pronósticos, frente al equipo que representaba al antiguo imperio colonizador (Inglaterra).

"En momentos en los que Sudáfrica vive desafíos considerables, todos nos hemos reunido alrededor de esta victoria en Japón", se felicitó el presidente Cyril Ramaphosa.

"El sábado fue un día de triunfo que confirmó que somos una nación, determinada a conseguir la unidad desde su diversidad, siguiendo el ejemplo de nuestro equipo nacional de rugby", continuó el jefe de Estado.

En un país que sigue sufriendo por sus relaciones raciales, Ramaphosa insistió en la fuerza del "símbolo" Siya Kolisi.

- Herencia de Mandela -

El tercera línea nacido hace 28 años en una barrio pobre de Port-Elizabeth fue capaz de salvar todos los obstáculos hasta convertirse en el primer jugador negro en capitanear una selección de la que estuvieron excluidos durante 90 años.

"Esta es la herencia de Nelson Mandela, es lo que él hubiera deseado", se entusiasmó este martes Moemedi Mashiolane, un agente de seguridad de raza negra y 45 años cuando se unía a la muchedumbre para aclamar a los campeones en el aeropuerto.

"De donde yo vengo, el rugby era el deporte jugado por los blancos, pero actualmente nos une", añadió emocionado. "Quiero que los blancos sepan que nosotros queremos también formar parte del mundo del rugby y que nos dejen jugar".

Pero detrás de este fervor provocado por el título mundial, la realidad racial del rugby sudafricano sigue siendo muy diferente.

Cuando conquistaron su primer título planetario en 1995, los Springboks sólo contaron con un jugador negro. Ha hecho falta una reciente y muy polémica política de cuotas para que hubiese seis, ni siquiera la mitad, en el equipo que comenzó la final contra Inglaterra.

Y justo antes de viajar a Japón, uno de los héroes de Yokohama, el blanco Eben Etzebeth, fue acusado de declaraciones racistas.

Una señal de que las cosas aún tienen mucho camino por avanzar...