Por AFP Agencia |10 de diciembre de 2020, 10:57 AM

Lausana, Suiza | Más dañinas que el resto de lesiones deportivas, las conmociones cerebrales provocan a menudo sus efectos con retardo y hasta después de la carrera profesional, lo que las convierte en muy difíciles de manejar.

- No siempre visibles -

Objeto desde 2001 de cinco "conferencias de consenso" especializadas, las conmociones son frecuentes en los deportes de contacto -hockey, rugby, fútbol, boxeo-, pero también en las disciplinas con riesgo de caídas, como el esquí, la equitación o el ciclismo.

Se trata de un traumatismo vinculado a un choque "directo o indirecto en la cabeza", que altera el funcionamiento del cerebro durante "unos minutos u horas", resumía en 2017 la Revista Médica Suiza.

Las conmociones no siempre son visibles en las tomografías y rara vez van acompañadas de pérdida de conocimiento, aunque ha sido durante mucho tiempo el único signo de gravedad que se ha buscado en un deportista en el suelo.

- El hematoma 'traicionero' -

Incluso cuando un deportista parece lúcido y capaz de continuar su carrera, puede "formarse traicioneramente un hematoma entre su cerebro y la cavidad craneal", explica a la AFP el doctor Jean-Pierre de Mondenard, exmédico del Tour de Francia.

Continuar el esfuerzo es entonces temible, ya que "al seguir pedaleando se aumenta la hemorragia, y por tanto la presión intracraneal", especifica el médico.

Tras caerse en el Giro del Piamonte en 1951, Serse Coppi -hermano de Fausto- terminó la etapa antes de sentir fuertes dolores de cabeza ya en el hotel, a los que sucumbió unas horas más tarde.

Más recientemente, el austríaco Bernhard Eisel debió ser operado en el cráneo un mes y medio después de su caída en la Tirreno-Adriático en marzo de 2018, a causa de un hematoma subdural que ejercía "presión sobre su cerebro", según su equipo.

- El riesgo del segundo impacto -

Frágil tras un primer traumatismo, el cerebro puede hincharse rápidamente luego de un segundo golpe sufrido en unas semanas, incluso si es menos violento.

Mal esclarecido científicamente, este "síndrome del segundo impacto" parece particularmente peligroso en los deportistas jóvenes y fue mencionado luego de las muertes de cuatro jugadores de rugby franceses de 17 a 23 años entre mayo de 2018 y enero de 2019.

Esto explica también las polémicas sobre el rápido regreso a la competición de algunos profesionales golpeados en la cabeza, como el apertura galés Dan Biggar durante el Mundial-2019 de rugby.

El canadiense Jamie Cudmore denunció a su exequipo Clermont a principios de 2019 por "poner en peligro la vida de otros", después de sufrir tres conmociones en dos semanas y no ser sustituido.

- Demencias prematuras -

La multiplicación de los golpes en la cabeza puede tener graves efectos a largo plazo, incluso cuando cada una de estas conmociones parece insignificante.

El fenómeno está identificado desde los años 1930 en los boxeadores, víctimas de "demencias pugilísticas" que combinan temblores, pérdidas de equilibrio y trastornos cognitivos que recuerdan a la enfermedad de Parkinson.

Pero desde entonces se han diagnosticado muchos casos de "encefalopatías crónicas traumáticas" -afecciones cerebrales que evolucionan a enfermedades neurodegenerativas- en exjugadores de fútbol americano, hockey, rugby e incluso fútbol.

Esta semana, el despacho de abogados inglés Rylands anunció una demanda de ocho exjugadores de rugby contra las instancias de su deporte, para establecer su responsabilidad en la demencia prematura que los afecta.

Entre ellos se encuentra el inglés Steve Thompson, campeón del mundo en 2003 con el XV de la Rosa y que asegura no tener "ningún recuerdo" de haber ganado la Copa del Mundo.