Por AFP Agencia |2 de noviembre de 2019, 12:30 PM

La ley del más fuerte: los largos brazos de Sudáfrica conquistaron este sábado en Yokohama, cerca de Tokio, ante Inglaterra (32-12), su tercera Copa del Mundo de rugby, doce años después de la última, y alcanzan a Nueva Zelanda en el palmarés.

El rugby es un deporte en el que juegan quince contra quince y cada doce años ganan los Springboks: doce años pasaron entre el primer título sudafricano, en casa en 1995, y el segundo, en Francia en 2007 también frente al XV de la Rosa (15-6).

Sudáfrica basó su triunfo ante los ingleses en un anotador eficaz (Handré Pollard, 22 puntos) y en dos tries de los wings Makazole Mapimpi y Cheslin Kolbe.

La tradicional fuerza sudafricana, la de sus grandes forwards (Eben Etzebeth, Lodewyk De Jager, Duane Vermeulen, Tendai Mtawarira), le permitió llegar desde ninguna parte hasta el techo del mundo en la primera Copa del Mundo celebrada en Asia.

Porque hace dos años los sudafricanos estaban moribundos, después de sufrir derrotas históricas, como la encajada contra Nueva Zelanda (57-0 en septiembre de 2017) y su primera en Italia (20-18 en septiembre de 2016).

"Por Sudáfrica".

En el país de los fuertes, el rugby es algo más que un deporte, un catalizador de unidad, que simboliza su primer capitán negro, Siya Kolisi, ovacionado antes de levantar el trofeo Webb-Ellis.

"Tenemos muchos problemas en nuestro país pero un equipo así, que viene de orígenes distintos, de carreras diferentes... Nos hemos juntado con un único objetivo y queríamos conseguirlo. Lo hemos hecho por Sudáfrica. Esto demuestra que si tiramos todos en la misma dirección, podemos lograr cualquier cosa", declaró Kolisi.

Para salvar los muebles, los dirigentes de la Federación Sudafricana llamaron al rescate a Rassie Erasmus y le dieron plenos poderes, con la doble función de seleccionador y director de rugby de la federación.

El ex tercera línea (36 partidos internacionales entre 1997 y 2001) fue a lo esencial para poner orden en la caseta verde: rigor y trabajo en sus filas y vuelta por tanto al antiguo orden, luego del paréntesis de Allister Coetzee, que quiso llevar a los Boks a un juego más abierto.

Irreconocible Inglaterra.

Este orden se demostró acertado, puesto que Sudáfrica es la primera selección que se proclama campeona del mundo luego de haber perdido un partido de la fase de grupos (contra los All Blacks).

El seleccionador inglés, Eddie Jones, falló en su objetivo de proclamarse campeón del mundo cuatro años después del fracaso de los suyos en el Mundial celebrado en Inglaterra, donde el XV de la Rosa cayó eliminado en la fase de grupos por primera vez en su historia.

Inglaterra, impresionante en su camino hacia el partido por el título, barrió a Australia (40-16) en cuartos de final y a los All Blacks (19-7) en semifinales, antes de fallar en la final.

Los ingleses parecieron haber jugado su final hace una semana, al mostrarse este sábado irreconocibles, dominados desde el saque inicial pero sobre todo cometiendo errores poco habituales, y volvieron a inclinarse en una final contra los Springboks, como ya ocurrió en 2007.