Por José Fernando Araya |9 de marzo de 2024, 7:37 AM

La historia del deporte vivió una de sus más recordadas imágenes el 19 de abril de 1967.

Aquel día la estadounidense Kathrine Switzer decidió romper estereotipos y dejar rezagada a la desigualdad al prácticamente infiltrarse a la maratón de Boston y convertirse así en la primera mujer en correr esta distancia, justo en la cara del machismo de la época que no se creía lo que estaba viendo.

Para aquella época, Switzer tuvo que lidiar con el asombro, el disgusto, ser perseguida y finalmente descalificada, pero para demostrarle al mundo que una mujer era capaz de correr una maratón y de conseguir cualquier otro objetivo deportivo que se propongan.

Una milla al día.

Según explica un artículo dedicado a la atleta de la BBC Mundo, todo comenzó a los 12 años, cuando comenzó a correr luego de que su papá la animara a completar una milla al día con la ilusión de formar parte del equipo de hockey, al cual nunca llegó porque se enamoró del atletismo.

En la universidad tuvo a su primer entrenador, Arnie Briggs, quien al contarle su deseo de correr la maratón de Boston simplemente le dijo: “Las mujeres no pueden correr el maratón de Boston”.

Por aquel tiempo las creencias en contra de la mujer en el deporte eran muchas.

“Las mujeres mismas no entendían que ellas tenían la capacidad. Tenían los temores de todo lo anticuado de las señoritas: que se agrandaran las piernas, que les saliera un gran bigote, que el útero se cayera…”, explicó la propia deportista a la BBC.

Ella le demostró a su entrenador que estaba preparada para correr una maratón, llegando a correr hasta 31 millas (49 kilómetros), cuando la maratón se complementa en 26 millas y 385 yardas.

Para inscribirse utilizó sus iniciales con KV Switzer y el formulario no decía nada sobre género del corredor u otras señas.

Yo le dije: “Pagué los $2 y me inscribí con mis iniciales. Los organizadores supusieron que era un hombre y me dieron el número 261”, añadió a la BBC.

La imagen que cambió la historia del maratón.

El frío de aquella mañana conspiró a favor de la corredora, pues ningún atleta pudo quitarse el suéter de entrenamiento, pese a que ese día llevaba una llamativa camiseta para darse a notar.

El abrigo le permitió salir de la línea de meta sin problemas y correr sin mayor sobresalto por casi dos millas. Ahí fue cuando la descubrieron la prensa y la organización saltó por ella.

Uno de los jueces saltó a la carretera y le intentó quitar su número diciéndole: “¡Sal de mi carrera y devuélveme el dorsal! Pero su novio, quien venía a la par suya, se interpuso y evitaron que la sacaran del recorrido.

“Tengo que terminar esta carrera, así sea sobre mis manos y mis pies, porque si no la termino nadie creerá que las mujeres pueden hacer esto, que las mujeres deben estar aquí”, le dijo a su entrenador según relató a la cadena británica.

La estadounidense consiguió terminar el evento con un tiempo de 4 horas y 20 minutos, marcando un hito en la historia del deporte.

No fue la única.

Curiosamente, ella no fue la única en correr aquella maratón en 1967, aunque sí la primera en hacerlo bajo un registro oficial.

Bobbi Gibb realizó la misma hazaña, pero sin dorsal y de forma más camuflada, por lo que no sintió el acoso de ser expulsada.

Ambas ayudaron para que un año después muchas más mujeres lo hiciera de forma clandestina, apoyadas por los medios y las campañas en búsqueda de igualdad.

No fue hasta que, en 1972, la maratón de Boston decidió abrir la inscripción para mujeres.

Ambas ayudaron a impulsar el maratón femenino al punto de hacer presión al Comité Olímpico hasta que incluyó la competencia femenina en los juegos de 1984.

Switzer es conferencista y motivadora, ha escrito libros y artículos relacionados con la práctica deportiva de las mujeres y aún es una de las principales voceras por la igualdad de género en el deporte.

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