Por Daniel Jiménez |3 de junio de 2024, 9:37 AM

“No hay imposibles”. Ese es el poderoso mensaje que la montañista Ligia Madrigal brindó este lunes, luego de convertirse en la primera tica en conquistar la cima del Monte Everest.

Madrigal compartió con los medios de comunicación y contó su historia luego de su hazaña.

Aquí el testimonio de Madrigal:

“La parte mental es muy importante, yo entrené muy fuerte lo físico. Lo mental juega un papel muy importante. Soy honesta, a veces dudaba de mí, pero hablaba con mi hija y mi esposo. Mi hija me envió un mensaje muy poderoso que me decía que era la mujer más fuerte del mundo y eso me motivó. Vi muchos mensajes de montones de personas que decían que me estaban apoyando mucho. Mi Sherpa fue una clave. Me lo recomendó mi amiga de Estonia y me daba mucha seguridad. Él había subido el Everest 11 veces. Me decía que yo era fuerte y que venía una gran posibilidad. Esa posibilidad me llenaba de confianza y me permitió enfocarme en lo bueno”.

“No quiero mentir, ahí hay que concentrarse en cada paso. Veía mis pasos en la nieve y trataba de seguir mis huellas. Cuando me concentraba así, todo era más confianza”.

“En el momento en que yo afronto eso fue tan envolvente entre la realidad y el sueño hecho realidad que me quedé muda. Yo pensé que era algo incómodo, es amplia, vi varios escaladores que estaban ahí. Yo dije: ‘No puede ser’. Luego me tomaron las fotos y simplemente estaba sorprendida”.

“Cuando yo llegué estaba de noche. Me dijo mi Sherpa que esperáramos el amanecer, empezó a salir el sol, las nubes estaban mucho más abajo de nosotros. Fue un momento increíble, mágico y yo no podía creer que está ahí. Estuve como media hora ahí”.

“Yo pienso que cuando empecé este proyecto hace 5 años, me costó mucho que la gente creyera, hasta me daba pena ponerlo. Yo soy una atleta y cuando hago algo quería hacerlo lo mejor posible. Yo sé lo comentaba a la gente y se me quedaba viendo. Nadie creía en mí. Hasta me daba miedo ponerlo en Facebook. Luego agarré el impulso. A mí me encantan las montañas y tengo que hacer algo que me inspire. No voy a hacer algo por ser la primera. El año pasado cuando no lo logré sentí frustración, pero Fede (esposo) me conoce y me planteó el tema, el apoyo siguió”.

“Yo dije, será que yo estoy muy vieja, pero bueno tengo 50 años y yo misma me iba tratando de empoderar y creer en mí. Hay que creer en nosotros, no darnos por vencidos y siempre hay una posibilidad”.

“Hay una anécdota que no la conté, es cuando hay muchas grietas y hay escaleras, a mí desde el año pasado no me daba miedo. Yo jalé una cuerda y me jaló los pies y caí en la grieta como de 200 metros de hielo, yo le grité ayuda y cuando se asomó y vio, me hizo una cara que dije que hasta aquí llegué. Luego me ayudó y con esfuerzo sobrehumano logré salir. No lloré ni nada sino que le dije, gracias por salvarme la vida. Cuando salimos de la parte de grietas y empecé a llorar”.

“Todo pasa por una razón, el tiempo de Dios es perfecto, volví un año después. Lo que cambiaría sería poder dar un mensaje en la cima del Everest”.

“A mis 51 años, desde los 40 busco retirarme. Ahora que llegué aquí tengo ganas de seguir haciendo cosas. No creo hacer otro 8.000 nunca más. Ligia por qué exponerse a esto, a veces pasaba por unos precipicios peligrosos. Quiero ver si hago algo con alguna organización porque en la montaña uno puede renovarse. Las actividades así nos ayudan a ser mejores personas”.

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