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Desde la Redacción: Familias sin molde

Desarrollar los reportajes Familias sin molde me permitió aprender de cada hogar que me abrió sus puertas, de esos que muchos llaman “disfuncionales”:

14 de junio de 2015, 4:51 AM

Soy parte del modelo de familia más tradicional que existe en este país: me casé por la Iglesia Católica Romana hace 5 años, tengo una preciosa hija de dos años y llevo a otro tesoro en mi vientre; por cierto un varoncito para formar la “parejita”. Voy a misa todos los domingos y hago fila para comulgar con mi esposo agarrados de la mano.

Nada, absolutamente, nada de eso me da derecho a creer que pertenezco a un modelo de familia mejor que otro.

Desarrollar los reportajes Familias sin molde me permitió aprender de cada hogar que me abrió sus puertas,  de esos que muchos llaman “disfuncionales”:

De Andrea, una madre soltera con dos hijos y uno en camino, aprendí que 10 minutos con sus niños en el parquecito del barrio se saborean más que una salida al cine, y no se gasta ni un “cinco”.

De Enzo y Ana Cristina aprendí como el amor de unos padres es el mejor escudo protector ante la intolerancia.

Paula me enseñó que el afecto y el cariño llegan de donde uno menos imagina, hasta de tres adorables perritos.

Michael me enseñó que crecer con el maternal amor de una transexual, solo lo hizo un hombre sensible a los problemas sociales que nos rodean.

Y la más lección más maravillosa me la dio el pequeño Luca, con su sabiduría de 8 años bien vividos. Yo tenía curiosidad por saber cómo un niño salía avante de los cuestionamientos de la gente por tener una mamá bisexual y un papá transgénero.

Con delicadeza le pregunté: “¿Luca, como le contás a tus amigos y compañeros la familia que tenés?. Su respuesta fue: “Buena, cariñosa y feliz”. Y él es feliz creciendo en una familia diversa y educándose en una escuela católica. Gracias Luca por enseñarme que aquí los únicos complicados somos los adultos.

Gracias a todas las familias por cada una de lecciones, porque con ellas quiero hacer un mejor de mi casa un mejor hogar.

Quizás algunos prefieran la crítica y usar palabras despectivas hacia las personas que aparecieron frente a sus ojos en cinco reportajes. Yo, en cambio preferí, descubrir la riqueza que esta realidad social tiene para ofrecerme.

Es difícil no darse cuenta que estos nuevos modelos familiares llegan, no porque un canal los muestre, no porque las estadísticas del INEC lo señalen; sino, porque los vemos en nuestro barrio y en nuestra propia familia.

Todo cambia... canta Mercedes Sosa, estemos de acuerdo o no. Cambian nuestros intereses, cambia nuestra forma de pensar, cambia nuestras ganas de exigir respeto hacia la forma en que queremos vivir la vida.

Y cuando cambio lo que promueve es el amor… ¿por qué negarnos a recibirlo? Con el amor también llega el respeto, la tolerancia, solidaridad y la paz. Hay quienes creemos que esos también son valores y que se presentaron en los reportajes.

Recibimos muchos correos y mensajes de felicitaciones por los reportajes. Agradezco a cada uno de ellos por su tiempo y palabras.

Pero también agradezco a todos los que criticaron, juzgaron y replicaron. El tema generó amplias discusiones en redes sociales, pulpitos de iglesia y muchas casas. Que un trabajo periodístico genere tanto “alboroto” es lo mejor que le puede pasar a un periodista.