Bajo bandera suiza, Kosovo quiere vencer a Serbia en Rusia 2018
Al igual que miles de personas, Behrami, Xhaka y Shaqiri se refugiaron en Suiza durante el conflicto entre guerrillas separatistas albanesas y fuerzas serbias
Muchos no lo saben, pero Kosovo participa en la Copa del Mundo: lo hace bajo los colores suizos y espera hacer morder el polvo el viernes a su máximo "enemigo", Serbia.
Son tres nativos de Kosovo los que llevan la camiseta de la Nati, y no son jugadores intrascendentes: el centrocampista Valon Behrami (Udinese/ITA), Granit Xhaka (Arsenal/ENG) y Xherdan Shaqiri (Stoke City/ENG). Con Blerim Dzemaili (Bolonia/ITA), nacido en la vecina Macedonia, los albanófonos representaron más de un tercio de la alineación titular helvética que cosechó un sorprendente empate 1-1 contra Brasil.
Hijos de la emigración, los implicados no hacen comentarios sobre el partido en Kaliningrado que podría ser decisivo para la clasificación de uno u otro equipo en el Grupo E. Solo Shaqiri soltó "Ummm, este grupo me gusta...", una vez se conocieron los grupos.
Pero sus familiares no ocultan la importancia simbólica que tiene este encuentro, vista desde Pristina.
Según Qaush Behrami, su sobrino Valon estará "particularmente motivado" porque sus padres "sufrieron" bajo el yugo de Belgrado: "Perdieron su trabajo y el padre fue perseguido". Agon Xhaka, de 22 años, que también es futbolista, en Pristina, recuerda que el padre de su primo Granit estuvo preso en la época de Milosevic y que "la familia emigró después de que fue liberado".
Impresionante diáspora.
Al igual que decenas de miles de familias, Behrami, Xhaka y Shaqiri se refugiaron en Suiza durante el conflicto entre las guerrillas separatistas albanesas y las fuerzas serbias (1998-1999).
A falta de datos oficiales, la prensa estima que 200.000 kosovares viven en Suiza, una gran proporción entre los 8,1 millones de habitantes del país helvético. Junto a la comunidad que vive en Alemania, son una de las principales fuentes de ingresos de Kosovo, ya que envían aproximadamente 150 millones de euros al año a su país de origen.
Esta emigración es antigua, anterior a la guerra de Kosovo. El primer ministro Ramush Haradinaj vivió en Suiza donde trabajó de guardia de seguridad en un club nocturno y de profesor de karate antes de convertirse en uno de los líderes de las guerrillas separatistas.
El último conflicto que llevó a la desintegración de la antigua Yugoslavia, provocó 13.500 muertos, de los que más de 10.000 eran albanokosovares.
Menos de una década después, en 2008, Kosovo declaró su independencia, que Belgrado todavía se niega a reconocer, apoyado por Rusia.
El "tercer equipo" de los kosovares.
Más allá de esta negativa, Belgrado lideró una ofensiva para evitar que selecciones de Kosovo pudieran participar en competiciones deportivas internacionales, cada vez con menos éxito, como lo demuestra la participación en los Juegos Olímpicos de la antigua provincia de Albania o la aceptación del estado en la FIFA.
Pero en mayo se impidió a karatecas de Kosovo participar en el Campeonato de Europa en Novi Sad (Serbia septentrional). "Todo Kosovo estará frente a la televisión el viernes, deseando una victoria contra Serbia", afirma Daut Maloku, un maestro de Pristina, de 46 años.
"Cuando Suiza juega, es como si Kosovo jugase. Es nuestro tercer equipo, después de Kosovo y Albania", explica Halili Qahil, empleado municipal de Zhegra, al este del país, donde nació Shaqiri. Un pueblo apodado "Pequeña Suiza": 450 familias tienen parientes.
El periodista deportivo Shkumbin Sekiraqa piensa que una victoria helvética aún sería "más apreciada por los seguidores kosovares que por los propios suizos". Especialmente porque el ganador estará en una muy buena posición para clasificarse para la ronda de octavos: "Esto solo aumenta la naturaleza dramática de este partido", asegura Sekiraqa.