"You will walk alone"
La próxima vez que vaya al estadio, cante, grite, aplauda, salte, lleve carteles, píntese la cara, sea parte de la ola, haga lo que considere vaya mejor con usted.
Creo que no hay canto más profundo y que provenga de una gradería que el "You will never walk alone" ("Nunca caminarás solo") que los aficionados del Liverpool corean a sus representantes en cualquier terreno de juego.
El fútbol es una pasión capaz de reproducir el cielo o el infierno en un abrir y cerrar de ojos, llorar de alegría o tristeza sin entender por qué, perder dinero, las ganas de comer, cabelleras, pero nunca, nunca, el amor por el equipo, ni siquiera en los tiempos del cólera.
Para alentar no deberían existir límites, porque tampoco existen reglas. ¿Quién dijo que para cantar en un estadio hay que ser miembro de una barra y 'enjachar' a los policías? ¿Quién dijo que para aplaudir hasta las malas jugadas hay que tener un tatuaje sin sentido y tener que enseñarlo para buscarlo? ¿Quién dijo que para saltar en las graderías es requisito una hoja de delincuencia manchada?
Incondicional puede ser cualquiera, desde la abuela que se viste, come y respira los colores de su equipo, hasta el niño que no sabe en la relación "amor-odio" en que lo está metiendo su papá.
Por eso, para eliminar a cualquier barra solo es necesario crear "otra", una masiva, incluyente, en la que los líderes sean las familias, los niños con caras pintadas, los padres con la camiseta de los 80's, o la pareja que se acuesta tarde preparando los sanguches para el día siguiente, los jóvenes que aún sueñan con estar al otro lado de la malla.
Para eliminar a cualquier barra solo es necesario volver a entender que el fútbol es un juego, sí en el que todos quieren ganar, pero también como cualquier otro en el que perder no es el fin del mundo, sino otra oportunidad para ser mejores porque la revancha siempre está a la vuelta de la esquina.
Por supuesto que la ley tiene que estar presente y ser estricta, pero es que eso es responsabilidad del sentido común, como en cualquier evento de entretenimiento público, pero todo empieza por asistir al mismo para disfrutar y poder expresar ese sentimiento de incondicionalidad, no asistiendo para ser 'cool' o 'estar a la moda', tampoco para demostrar lo rudo que soy o buscar un trofeo para la repisa de la verguenza.
Para nadie es un secreto que el fútbol se ha convertido en un negocio en todo sentido, tanto dentro como fuera de la cancha, por eso es difícil que los equipos decidan no vender cientos de entradas más a la barra local, a esa que aseguran poder controlar siempre y cuando no exista otra que 'los provoque'. Con más razón la solución arrancará en el momento que esas familias que iban, van y quieren volver al estadio se conviertan en agentes activos de ese 'apoyo incondicional' y no asistan solo porque ya pagaron el carné de socios y no les queda de otra.
La próxima vez que vaya al estadio, cante, grite, aplauda, salte, baile, lleve carteles, píntese la cara, sea parte de la ola, haga lo que considere vaya mejor con usted, y verá como los dirigentes, pero principalmente los jugadores, entenderán que el verdadero apoyo incondicional puede prevenir de cualquiera, en cualquier momento y en cualquier lugar.
Ya existieron ejemplos como el "Combo de Badú" o "La Marea Roja" y el sabor que le ponían durante los 90 minutos, principalmente si estaban aburridos. En ese caso sería importante redefinir o delimitar si ese tipo de grupos también entran en el concepto de barra, porque de lo contrario los estadios perderían el suyo.
Ningún equipo de la Primera División querrá escuchar la versión tica, porque si ya todo este tipo de movimientos son una copia de otras latitudes por qué no copiar algo más, del "You will never walk alone", que en este caso y de continuar como hasta ahora será "You will walk alone" ("Caminarás Solo").