Víctima de violencia vicaria: “Tengo alto riesgo de femicidio, duermo con un ojo abierto”
Amenazas, órdenes de restricción, policías, abogados, psicológicos… Este medio conversó con una de las víctimas de lo que en el mundo se conoce como la expresión más cruel de la violencia de género.
El 20 de enero pasado, la Asamblea Legislativa aprobó un proyecto de ley que castigará, hasta con 35 años de cárcel, la violencia vicaria. La iniciativa se votó por unanimidad y se celebró, en el Plenario, como uno de los avances más grandes del actual Congreso en el combate contra la violencia de género.
Y aunque su proponente, el liberal Gilberto Campos, fue detallado en la presentación y defensa de la iniciativa, el solo término sigue sin explicar las profundas raíces de lo que en el mundo se conoce como una de las expresiones más crueles de la violencia, especialmente contra las mujeres.
Teletica.com conversó con una de sus víctimas; a quien, por seguridad, identificaremos como “Verónica”. De ella solo diremos que es madre de dos niños y profesional.
Puede leer la entrevista completa a continuación.
¿Cuál es su historia?
Mi exesposo, en ese momento mi esposo, tuvo un cambio muy extraño de un momento a otro. Nosotros tuvimos 14 años de matrimonio muy felices, en mi humilde opinión, fueron muy felices. Pero él un día me dijo que no estaba bien, que necesitaba irse y ordenar sus sentimientos.
Yo soy profesional y yo creo que a las mujeres, dependiendo de nuestro estatus, nos da mucha vergüenza decir ‘mirá, me está pasando esto, me está pasando lo otro’. Yo me quedé callada, no le dije a nadie lo que estaba pasando, ni a mi familia ni a nadie, ni a mis hermanos, a nadie. Luego hubo un momento en el que la situación sí se salió completamente de control y él me habla de divorcio.
Y yo le dije, pero bueno, ¿qué pasó? Desde el momento en que habíamos hablado era de que iba a haber un espacio, pero él me habla de divorcio. Y yo le dije que sí, porque la verdad es que el tiempo que él no estuvo en la casa, yo me sentía como más tranquila. Él tenía otros tipos de violencia que yo en el momento no lo percibí tal cual, hasta después, que ya uno va un paso atrás y visualiza las cosas desde otra perspectiva.
¿Cómo?
Él me violentaba de forma patrimonial y también psicológica. Como yo soy profesional y tengo un buen trabajo, gano bastante bien, entonces yo era la que aportaba prácticamente todo.
Hubo otras cosas que yo en su momento no le di importancia; por ejemplo, cuando él puso cámaras de vigilancia dijo que era para proteger la casa, incluso las puso en el cuarto mío y yo lo vi como normal, pero luego las utilizó para reclamarme, para decirme por qué hizo tal cosa, por qué se movió tal mueble, por qué la cámara estaba apagada y era que se iba la luz y cosas de ese tipo y estaba demente en ese sentido.
Pero más allá de eso, salíamos, convivíamos, él no era como terriblemente cariñoso con los niños, nunca lo fue, pero tampoco era de ese tipo como que se metía con lo que yo me ponía, mi ropa ni nada de eso, fue como muy sutil todo.
Pero yo sí era la que me encargaba de mis hijos en todo momento, la que compraba todo en la casa, yo era la que hacía todo. Entonces, cuando él se va, la situación sigue igual: yo soy la que estoy haciendo todo, pero sin el agravante de alguien que me esté molestando, que se esté quejando por todo. Cuando él me habla de divorcio, yo acepto, sin ningún inconveniente, pero a la hora de la hora, a él no le parece el divorcio y quiere arrepentirse.
El asunto es que yo ya estaba 100% de acuerdo de que esto ya no servía y entonces la que estaba presionando para el divorcio ahora era yo, porque la verdad es que yo dije, yo estoy súper bien sin él, mis hijos están súper bien sin él, entonces para mí lo lógico fue continuar.
Ahí él empieza muy agresivo, a gritarme. Un día golpeó una pared. Cuando yo le dije a uno de mis hermanos, me dijeron que tenía que hacer algo porque si él llegaba a pegarme, nuestro papá lo mataba, que no podía permitir que me pusiera una mano encima, que llegara a tanto. Entró un día a mi cuarto a buscar cosas en mis gavetas y yo sufrí ese día una crisis de ansiedad terrible, porque es una persona con muchas habilidades en la parte tecnológica y yo decía: ‘Dios mío, este hombre me está poniendo algo aquí en la casa’.
Él me vigilaba con las cámaras. Yo tuve que quitar todo de la casa, incluso mis hijos, estábamos aterrorizados con las cámaras. Tuve que quitar todo. Y bueno, como te dije, empezó muy violento y yo le tuve que poner medidas cautelares.
Como le puse medidas cautelares, al final acepta firmar el divorcio.
Gracias a Dios, yo todo lo había hecho antes de casarme, entonces no pudo dejarse mi casa ni mis cosas que tanto me habían costado y que eran el resguardo también para mis hijos. Él lo intentó, o sea, hubo una parte que intentó, pero ahora creo que si lo hubiera peleado tal vez hubiera podido ganar, pero no lo hizo.
En fin, logramos firmar el divorcio y dentro de eso hicimos una nota, un acuerdo para el régimen de visitas, pero como tenía medidas cautelares, él no puede comunicarse directamente conmigo, así que lo hicimos mediante una niñera, él se comunicaba con ella y coordinaban eso: él se llevaba a los niños y los devolvía.
Pero los niños empezaron con actitudes extrañas. Desde el primer día que fueron a visitarlo un fin de semana, mi hijo, que es el más grande, llegó furioso conmigo, enojadísimo, diciéndome que el papá le había dicho que yo le había roto un montón de sus pertenencias, que se las había quemado. Y llegó a reprocharme, a increparme en forma fuerte, diciéndome: ‘Mamá, papá me dijo que vos hiciste esto, esto otro’. Y yo le dije: 'Ok, suave, en mi vida te he dicho una mentira. Hablemos primero de esa forma', y le pregunté, ya más tranquilo aceptó que yo nunca le había mentido y ahí empezamos a conversar.
Yo a mis hijos nunca les hablé de violencia. Nunca les hablé de todo el contexto del motivo del divorcio, porque, ¿para qué? Son niños, ellos no van a resolver nada y yo soy lo suficientemente inteligente para proteger a mis hijos, hasta de eso.
Pero el papá empezó a llenarlos de cosas, a decirles cosas. Incluso obligó a mi hijo de 10 años a leer el chat de WhatsApp que nosotros teníamos, mensajes viejísimos donde yo en algún momento le ponía que lo quería y le decía: ‘Ves, tu mamá me decía que me quería y es una mentirosa’, o ‘tu mamá me dijo que yo no era violento, que yo era un buen hombre y ahora dice lo contrario’. Y mi hijo, de 10 años, ¿cómo va a procesar estas cosas? Él cree que mamá es la culpable.
Incluso les decía que por culpa de mamá perdió el trabajo, que por culpa de mamá la plata no le alcanzaba porque yo le cobraba muy caro por ellos, como si ellos fueran un bien. ‘Es que su mamá me cobra muy caro por ustedes, por eso no los puedo llevar a comprarse un helado porque su mamá me cobra muy caro’.
Pues mis hijos llegaron a decir: ‘Mamá, ¿usted no le puede cobrar menos por nosotros?'.
¿Hablamos de la pensión?
Sí, pero es que ni siquiera pagaba pensión en ese momento y él les decía que yo le he cobrado un montón de dinero por ellos, que era un hombre con demasiadas necesidades, que él pasaba hambre; pero, al mismo tiempo, en Facebook y todas las redes sociales, él vivía su vida tranquilamente, pero a ellos les daba todo este drama y todo este maltrato.
Pero desde seis meses para acá, la situación se agravó, se agravó terriblemente.
Hubo un momento en el que mi hijo mayor me dijo: ‘No vuelvo a ver a ese hombre nunca más’. Yo le dije, ¿qué pasó? Y me dice, ¿qué no ha pasado? Ya él reventó.
Y me dice, ‘ha pasado de todo. Él me grita, yo me escondo, me escondo en cuartos, intento escapar, él no me lo permite. Él me dice constantemente que tú no me amas, que tú no me necesitas, que tú no me quieres para nada, pero yo no le creo, yo no le creo eso, pero todos los días me grita, me maltrata. Yo intento ser perfecto para él, pero no lo logro’.
Y una de las cosas más representativas en cuanto a la violencia vicaria, ya cuando uno se pone a leer, es esto, es que la violencia la ejercen sobre estas personas. Mi propio hijo de 10 años me lo dijo: ‘Mamá, ya no te agrede a ti, porque no puede, pero te sigue agrediendo a través de nosotros, que somos lo más importante para ti’.
Yo digo, ¿cómo un niño de 10 años es capaz de expresar algo tan fuerte y tan realista? Yo a mis hijos tengo ya dos años de tenerlos con Psicología, para ver si pueden afrontar estas situaciones, pero al papá lo ven como un monstruo, como un enemigo, y cada vez que les toca hacer dibujos o expresarse, incluso hay muchas cosas que mi hijo mayor no es capaz de decir.
Ya él no quiere salir de la casa por miedo a encontrárselo. No quiere salirse a comer un simple helado, le tiene miedo al exterior, por miedo a que él se aparezca, porque él sabe que los puede violentar a ellos para lastimarme a mí, que puede lastimar a mi familia para que yo esté mal.
Entonces mi hijo se encierra en nuestra casa como su centro de protección, porque sí ha sido muy violentado en ese sentido.
¿El régimen de visitas cambió luego de esta situación?
Tristemente, las personas como él se aprovechan de todo y de todos, porque él ha utilizado al PANI y a la Policía también para seguirme agrediendo, porque me denuncia, me denuncia ante la Policía. La Policía ha llegado cuatro veces a mi casa. Yo en mi trabajo he tenido que salir dos o tres veces en una misma semana.
En mi trabajo me tienen mucha paciencia, porque he tenido que salir dos o tres veces en una misma semana porque él llega con la Policía a mi casa, diciendo que yo agredo a los niños, que no sabe en qué condiciones están, que los revisen de pies a cabeza, o sea, cosas tan serias como estas, y en la Policía no lo tenían fichado de ninguna forma, y entonces cada vez que él llegaba se topaba con policías nuevos, les decía lo mismo y llegaba a mi casa a hacer un escándalo y entonces otra vez tenía que ir yo y tengo que llevar las medidas cautelares y explicar.
Ya en este momento ya tengo un reporte del PANI y también todas las notas ante el juzgado, la jueza ya dio un fallo a favor nuestro para nuestros hijos, en el que se establecieron también medidas de protección para mis hijos. Entonces en este momento él tiene anulado el régimen de visita, no puede verlos, no puede acercarse y mis hijos han tenido otra vez un cambio. Y yo, gracias a Dios, también. Otra vez estamos retomando, siendo niños felices otra vez, incluso el mayor hace dibujos donde él era un niño muy triste y ahora otra vez empieza a ser un niño feliz de nuevo.
Yo a veces le pregunto, porque tengo que hacerlo, si extraña a su papá, que si quiere puede llamarlo, pero me dice que no, que nunca, que no quiere volver a verlo jamás. Y mi hijo se niega a decir muchas cosas de la violencia psicológica tan fuerte que tuvo, y yo no sé qué tan allá lo ha agredido para que pueda decir cosas de este tipo, cosas que hasta él agradece saber que si él llega, se lo lleva la Policía. Él agradece inmensamente que la Policía se lo pueda llevar y encargarse.
¿Alguna vez conversó con su exesposo, para entender si él tenía claro el daño que esto le hacía a sus hijos?
Yo le puedo decir que hasta cierto punto esperé, esperé que él entrara en conciencia, esperé que tocara fondo.
Yo decía, este ya es el fondo, él ya va a entender lo malo que está haciendo, él va a comprender que esto es incorrecto, él va a entender que está dañando a sus hijos, pero nunca llegó al fondo, él sigue cayendo cada vez más. Incluso, antes de esta denuncia, él le mandó un mensaje a mi familia diciendo que quería reunirse conmigo, que incluso podía estar mi mamá para que sirviera como de defensa mía, que podía estar mi papá, para que pudiéramos conversar sobre la situación psicológica de los niños, que él siente que algo malo está pasando, que él siente que algo malo está pasando.
Dios mío, ¿cómo no es capaz de verse a sí mismo? Pero yo estoy incluso siendo atendida en el INAMU, en el INAMU me han dado muchísimo apoyo, y a mí me dijeron: ‘Las personas narcisistas nunca son capaces de ver el daño que provocan, ni en usted, ni en sus hijos. Ellos siempre van a ser las víctimas, son los malos’. Y como esto es parte también de la violencia vicaria, que no solamente incluye a mis hijos, sino también a aquellas personas que son mis allegadas, a tal punto que a mi mamá la interceptó en un lugar para decirle un montón de cosas espantosas sobre mí, que yo era una cualquiera, que yo le había hecho la vida imposible, que sus hijos son su derecho y que yo soy la que le envenenó el corazón a los niños. Aquí él siempre va a ser la víctima, él es incapaz de ver el daño que ocasiona.
Y desde que se anuló el régimen de visitas, ¿cambió la situación?
En este momento, tenemos contacto cero. Entonces, gracias a Dios, no sabemos dónde está, cómo está, él sigue depositando la pensión sin ningún problema, pero tenemos contacto cero en este momento. Entonces, la verdad es que sí, hemos tenido muchísima paz.
Igual yo he tenido que ir a la delantera, antes solo reaccionaba a lo que hacía, ahora estoy yendo un poquito más a la defensiva, en el sentido de que ya fui a hablar a la escuela para que sepan, en la guardería, que sepan qué hacer porque ya él no se puede acercar, que tienen que llamar a la Policía en caso de que llegue donde están los niños.
También, por ejemplo, a todas las actividades extracurriculares que ellos van. Todo, absolutamente todo el mundo, está informado de la situación para poder totalmente erradicar cualquier hueco que él pueda intentar, porque él es una persona muy inteligente, muy manipuladora y siempre encuentra un portillo, entonces, yo siempre estoy como en modo defensa, en modo ataque, viendo a ver qué pasa, para ver cómo reacciono, porque este es mi día a día. Tengo dos años de vivir así: con un ampo en mi carro cargado de documentos y medidas cautelares y de protección para demostrarle a cualquiera lo que pasa.
¿Y para usted? ¿Cómo ha sido ese proceso?
Yo estoy con atención psicológica. Hago mucho ejercicio, no puedo salir de mi casa, a mí me gusta mucho ir a nadar, pero no puedo hacerlo porque es un sitio público y uno no sabe en qué momento puede llegar. Entonces, por protección, me mantengo dentro de mi casa, pero yo me levanto todos los días súper temprano para poder hacer ejercicio porque es parte de la salud mental. Voy a la psicología cada 15 días.
Todo esto lo pago yo. Yo sé que, por ejemplo, a nivel institucional, en la Caja, las citas pueden ser cada seis meses. En el INAMU también me atienden cada dos meses aproximadamente, tres dependiendo, y ahí también me están dando mucho apoyo.
En el INAMU es más sobre la parte de la violencia, muy enfocada en ese sentido, y a nivel privado es para el manejo del miedo, para poder volver a salir adelante como persona porque de verdad que estas cosas marcan fuertísimo.
¿Qué tanto les cambió la vida?
En todo, así como mi hijo tiene miedo, yo tengo miedo. Yo le tengo miedo a él, le tengo miedo a encontrármelo. Yo ando un dispositivo en el bolso, yo ando un dispositivo en el carro, pensando que si me lo voy a encontrar, si va a llegar a mi casa, si va a intentar entrar. De hecho, mi familia duerme conmigo, o yo duermo en la casa de mi familia.
Yo tengo muchísimos meses de no tener una vida normal, y yo me digo que para cualquier persona ir al súper es cualquier cosa y a mí me hace mucha falta, porque es una cosa de normalidad y eso es algo que yo no tengo. Que no tengo hace mucho.
Y yo sé que yo cuento con medidas y todo, pero el temor sigue, de que él se aparezca, que me haga daño. Entonces yo me mantengo muy encerrada. La verdad es esa.
O sea, he extremado medidas de seguridad en mi casa y todo por lo mismo, no es que son ideas mías, mi psicóloga me dice: ‘Usted no puede dormir sola, estar sola nunca, tienes que tener el teléfono a mano’.
En el INAMU estoy categorizada como alto riesgo de femicidio, entonces uno duerme con un ojo abierto, esa es la verdad, mi vida está patas arriba, esa es la verdad.
¿Qué opina del avance que está dando el país sobre castigar, pero además entender, este tipo de violencia?
Cuando leí sobre este proyecto fue porque me lo mandó una de mis primas que conoce al diputado que ha estado sobre esto.
Cuando lo leí, yo dije: ‘Dios mío, esto soy yo. Esto es mío’, por eso también, cuando me dieron la opción de hablar, de contar mi historia, al principio me dio miedo, pero luego dije: ‘Pucha, todo el mundo tiene que saber, que ponerle un nombre, ponerle una caracterización a todo esto y que no le pasa solamente a la pobre muchacha que no tiene trabajo, porque pensarán así, que por ser una ignorante les pasa, pero es a cualquiera. Más bien las personas, que a veces somos profesionales, nos da más miedo y más vergüenza hablar de todo esto que nos pasa, por el qué dirán y porque la culpa trabaja así, lamentablemente.
¿La institucionalidad le ha cumplido? ¿El país está listo para atender este fenómeno?
Tristemente, siento que hasta cierto punto también ha servido en contra, en el sentido de que él se ha aprovechado de la Policía y el pánico para atacarme constantemente. Y uno piensa, ‘¿por qué, teniendo el expediente ahí, mis hijos y yo tenemos que ser revictimizados? Tenemos que venir a decir lo mismo una y otra vez’.
En ese sentido, a veces, no sé si será falta de comunicación o no sé, pero en esa parte, tal vez me he sentido un poco sola. Como le digo, el INAMU ha sido espectacular.
En el caso mío, yo digo, mi situación ha sido muy compleja, o sea, de verdad, pero yo tengo una red de apoyo familiar fuertísima, fuertísima. Mi familia es muy grande y es muy unida. Mis hermanos, mis papás, somos muy fuertes. Y gracias a Dios tengo un buen trabajo, como le digo, me han tenido una tolerancia inmensa para que yo salga corriendo cada día por medio ante mis situaciones. Pero cuántas mujeres no la tienen y de verdad dependen al 100% del Estado.
Yo cuento con un excelente representante, con una abogada que, bueno, Dios la va a bendecir, es espectacular. Pero también tengo que tener recursos para pagar a esta abogada. Invierto demasiado, gasto montones de mi tiempo, de mi energía, de todo, también de todos estos procesos.
Sí siento que vamos por buen camino en el sentido de que haya muchas cosas que nos protegen y son rápidos en accionar. El INAMU, uno lleva la referencia y el mismo día lo atienden. Y ellos mismos se trasladan con Psicología, con Trabajo Social, con abogado. Son súper cumplidos. El juzgado ha sido rápido, aunque sí presento la queja de que ahora los jueces no están localmente, sino que la mayoría de veces están por teletrabajo y yo creo que por teletrabajo es tan impersonal que no te estén viendo, que no realmente puedan sentir como uno se siente.
Usted tiene los recursos para dar esa lucha, ¿es posible darla con el respaldo solo del Estado?
Yo he invertido millones, millones en psicólogos, en todas estas atenciones, con la abogada. O sea, yo no paro. Pero yo soy de ese tipo de personas que por mis hijos haría lo que sea y lo estoy haciendo, pero no me puedo imaginar cómo sería todo este proceso, digamos, si tuviera que haberme esperado.
Y todavía a esas alturas yo digo, con todo lo que he hecho, a veces pienso, ¿será suficiente? ¿Será que yo he logrado hacer suficiente para salvaguardarlo a mi hijo, para reparar ese corazón tan herido? Y eso que yo creo que he intentado actuar de la forma más rápida, pero realmente yo no podría emitir un criterio sobre cómo será hacerlo sin los recursos, porque ha sido durísimo haciéndolo con recursos, no me imagino de otra forma.
¿Qué les dice a otras personas que, como usted, están pasando por esto y muchas veces sin saberlo o entenderlo?
A veces me lo pregunto, yo digo ‘Dios mío, ¿por qué a mí? ¿Por qué me pasa esto a mí? Yo no soy una mala persona, no me merezco esto, mis hijos no se merecen nada de esto’. Pero si hay algo que sé es que los días son duros, pero todo termina, hay que agarrarse de todo lo que tenemos alrededor, nunca quedarse callado. De verdad que esto ha sido de las cosas que más me ha dolido, pero he sido capaz de hablar, de poner visible en mi familia lo que está pasando, muchas personas se me han acercado y me han dicho ‘mirá, yo no sabía, a mí me está pasando algo parecido’. Entonces ¡muévase! ¡Salga de ahí!, busque opciones, opciones, gracias a Dios hay, es lo que he dicho yo, por uno y por nuestros hijos, no se queden callados.
Escuchar mujeres decir ‘bueno, pero no le pegó, qué bueno’, escuchar decir eso de una profesional… Yo una vez lo escuché de una compañera y me enojé demasiado, hay que ser bien estúpido para decir eso. La violencia tiene demasiadas aristas y yo creo que la física es la que menos duele, pero es la que más se ve.
Usted ve una persona con un ojo morado pero no ve si la han mancillado, si le han quitado la plata, si le maltratan los hijos, entonces no me vengan con eso. Él mismo le dijo a mis papás nunca le pegué, nunca le dejé un ojo morado, entonces por eso no estaba mal, porque nunca dejó evidencia de que me agredió.
Él incluso tiene una pareja, la tenía desde antes de divorciarnos y sigue con ella, entonces yo me pregunto qué quiere, no es a mí, pero es algo que yo no me explico. Mi psicóloga me dice que hay que tener claro que uno no tiene que tratar de entender lo que él quiere o no quiere o por qué lo hizo, pero lo que puede entender es qué hacer en respuesta, cómo actuar en respuesta.


