Por Natalia Suárez |8 de diciembre de 2016, 1:27 AM

Una familia indígena Guaymí es la protagonista del Sueño de Navidad. Pese a muchas carencias de casa y comida, ellos anhelan herramientas para trabajar.

En San Vito de Coto Brus se encuentra el sector indígena conocido como "La Casona" y este es sólo el inicio del camino para llegar hasta la familia Guaymí de esta historia.

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Para llegar a su casa, Arneto tiene que pasar el puente de hamaca y andar en caballo o caminando por este lastre.

Tras 45 minutos de andanza se llega a Villa Palacio. Es el territorio de los guaimíes costarricenses.

En casa le esperan Ana María, su mujer y sus dos muchachos Román de 19 e Ivannia de 16.

Viven en un rancho que es su mayor tesoro. Dentro hay pocas cosas pero se siente hogar, tiene una calidez difícil de describir. Pese a que es madera vieja, latas y piso de tierra, es un lugar acogedor, cuidadosamente aseado.

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Las pertenencias son la cocina de leña, unas camas hechizas y un par de lugares para sentarse.

Arneto trabaja la tierra y comen lo que se produce, el resto se hace difícil.

Para Arneto, el tormento además de conseguir comida, es evitar que la lluvia entre a la casa por todo lado. Los remiendos ya no dan más.

Los muchachos no escapan de la realidad indígena en Costa Rica. La rutina los envuelve y no deja espacio para añorar algo diferente.

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El tiempo aquí pasa lento y no es sólo una percepción, algunas costumbres y algunos anhelos delatan el desfase de la época en que se vive. 

Que las condiciones sean tan duras, no impide que sueñen con un lugar mejor. Román por ejemplo quiere tener espacio para sus animales.

Estamos claros que necesitan una casa, y contrario, a pedir comodidades ellos sueñan con herramientas para trabajar. Arneto quiere una moto guaraña y su esposa una máquina de coser para seguir haciéndose su ropa y vender vestidos a sus vecinas.

Arneto también tiene un pendiente, y no tiene que ver tampoco con cosas materiales, él añora leer y escribir.

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