¿Qué pasó con las semillas ticas que viajaron al espacio?
La investigación a la que serán sometidas tendrá impacto en la salud de los consumidores de tomate y chile.
Tras su breve estancia en la Estación Espacial Internacional (EEI), las semillas costarricenses de tomate Acorazado y chile dulce Dulcitico, desarrolladas por la Universidad de Costa Rica (UCR), entrarán ahora en un proceso de observación científica que puede abrir nuevas oportunidades para la agricultura nacional.
El investigador Carlos Echandi, creador de ambas variedades, explicó que la primera etapa será un seguimiento fenotípico, es decir, que da seguimiento a las características físicas de la planta que nazca y el producto que esta produzca.
En este proceso, las semillas que viajaron a la microgravedad serán sembradas en condiciones controladas y comparadas con plantas testigo —genéticamente idénticas, pero que no estuvieron en el espacio— con el fin de identificar cualquier cambio visible en su desarrollo.
“Lo primero es observar si existen modificaciones en el crecimiento, en la forma de la planta o en su resistencia a enfermedades. Si se detectan diferencias significativas, entonces pasaremos a un análisis más profundo para entender qué ocurrió a nivel genético”, señaló Echandi.
El investigador explicó que la falta de gravedad a la que fueron expuestas, actúa como un estímulo o estrés al ADN de la semilla. Aclara que es un cambio físico en la cadena, no es químico.
Esto puede provocar cambios positivos, neutros o negativos en la planta, completamente al azar. Lo relevante, según Echandi, es que algunas modificaciones podrían resultar favorables para la producción agrícola, por ejemplo, una mayor resistencia a plagas o un inicio más temprano de la producción, lo que permitiría escapar a ciertas enfermedades.
El tomate Acorazado ya cuenta con resistencia genética a la marchitez bacteriana y al virus de la cuchara, dos de las enfermedades más graves en el trópico. Si el estrés espacial refuerza esa tolerancia, los agricultores podrían disminuir la necesidad de antibióticos y agroquímicos, reduciendo costos de producción y riesgos para los consumidores.
“La marchitez bacteriana es una enfermedad muy grave. Lo que hacen los productores aquí para combatir esa bacteria es usar antibióticos. Los antibióticos se aplican al suelo y se absorben por la raíz, llegango luego al tomate, entonces usted y yo terminamos consumiéndolos.
"Estamos ingiriendo antibióticos que nos producen resistencia a las bacterias en el microbioma intestinal. Eso es un problema muy serio", añadió el científico.
El seguimiento tomará varios meses. Una planta de tomate germina en menos de diez días y en un par de meses puede producir frutos y nuevas semillas. Estas, a su vez, serán resembradas para comprobar si los cambios se transmiten a la siguiente generación, lo que confirmaría que son heredables y, por tanto, aprovechables en el mejoramiento genético.
El investigador explica que este trabajo puede considerarse la tercera etapa de una investigación que ya supera las dos décadas, porque, a su criterio, el mejoramiento genético nunca termina.
“Es un proceso largo, pero muy gratificante. Si encontramos caracteres heredables favorables, Costa Rica estaría dando un paso enorme en investigación aplicada para la seguridad alimentaria”, concluyó Echandi.
Con este seguimiento, la UCR busca no solo validar la resiliencia de sus semillas en condiciones extremas, sino también ofrecer alternativas propias y competitivas frente a los híbridos importados, marcando un hito en la agricultura tropical por generar adaptaciones específicas para las condiciones locales.
Las semillas viajaron a la Estación Espacial Internacional el pasado viernes 1° de agosto. Todavía están en Estados Unidos a la espera de completar los procesos administrativos necesarios para importar este tipo de productos a suelo nacional; sin embargo, el equipo científico a cargo del proyecto espera conseguir los permisos pronto.




