Por Natalia Jiménez Segura |8 de marzo de 2022, 6:00 AM

Para gran parte de la población, hacer un trámite en alguna institución pública puede resultar tedioso. A pesar de eso, pueden ir y hacerlo por su propia cuenta y con las trabas "normales" que conlleve. 

Sin embargo, el proceso se vuelve más complicado cuando hablamos de mujeres y, especialmente, cuando se trata de mujeres con alguna discapacidad, sea una física, cognitiva, visual o auditiva.

Según la Encuesta Nacional de Discapacidad de 2018, un 61% de las personas mayores de edad con discapacidad en el país son mujeres.

Para este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, Teletica.com conversó con tres costarricenses que han afrontado en carne propia una serie de retos para el acceso a la información en las instituciones públicas.

Una joven con discapacidad física, una mamá sorda que tuvo problemas de comunicación en el parto, y una directora de una organización de derechos para estas mujeres, que a su vez tiene una discapacidad, compartieron sus experiencias.

"Nos infantilizan" 

​La primera de ellas fue Nicole Mesén Sojo, de 28 años, quien tiene una discapacidad física llamada osteogénesis imperfecta, mejor conocida como huesos de cristal. Sus huesos no se desarrollan correctamente, algo que le ha provocado más de 100 fracturas a lo largo de su vida y que ha ocasionado que tenga una estatura muy pequeña.

Actualmente, es regidora en la Municipalidad de Goicochea, pero a lo largo de toda su vida se ha enfrentado a retos en cuanto al acceso a la información.

Para ella, sus principales barreras son la infraestructura y la actitud de la población; asegura que muchas veces la tratan como una niña.

"A las personas con discapacidad se nos infantiliza, entonces siempre se dirigen a la tercera persona en lugar de dirigirse a nosotros. Por ejemplo, cuando yo voy a solicitar información, siempre ando acompañada de una persona que me asiste, pero siempre se dirigen a esa persona y no a mí, porque creen que no podemos comunicarnos. Piensan que somos niñas", aseguró.

En otros casos, los escritorios de atención al ciudadano en muchas instituciones están diseñados con una altura que obliga a personas como Mesén a tener que pedirle a una tercera persona que pase la comunicación entre ella y la persona detrás de la ventanilla.

Para Mesén, la mayoría de experiencias son negativas cuando debe acudir a alguna institución por información o para realizar algún trámite. De hecho, hace poco tuvo que enfrentar una que realmente le molestó.


No ha sido el caso de la regidora, pero citó la historia de una mujer con discapacidad que debía realizar una denuncia por violencia doméstica en contra de su cuidador. "¿Cómo le vas a pedir a esa persona que te acompañe a ponerle una denuncia?", dijo.

Entonces, ¿cuál es la solución? En su experiencia, Mesén cuenta que sería de gran ayuda que les preguntaran a ellas directamente acerca de sus necesidades, así como impulsar mesas de trabajo a nivel interinstitucional para establecer los parámetros de acción y de mejora enfocados en todos los tipos de discapacidad.

​Otra realidad a la que se enfrentan es la diferencia en el trato hacia los hombres y las mujeres con discapacidad en el contexto de una sociedad patriarcal.

"Es muy incómodo para una mujer irse a atender con un ginecólogo porque lo que hacen es hablarle delante de la persona que esté acompañada, nunca se reservan esa privacidad de que la mujer pueda ser atendida en un ambiente seguro donde solamente esté ella y el doctor o la doctora. No es lo mismo para una mujer con discapacidad hablar de sus derechos sexuales y reproductivos, que para un hombre porque siempre se va a generar ese morbo", comentó.

Una mujer sorda en labor de parto y sin intérprete

María Laura Chan Leiva es una joven de 32 años quien recientemente se convirtió en mamá.

La comunicación en toda su gestación y parto fue la principal barrera, ya que usualmente no encontraba intérpretes en los centros de salud, por lo que la atención que podía recibir era limitada. Además, se dio cuenta de que el acceso a la información sobre estos temas para mujeres sordas es casi nula.

Esto hizo que Chan creara un espacio para mujeres como ella, con el fin de proporcionar información que sirva como recurso en el día a día. 

"Me llevó a abrir una cuenta en Instagram (@deaf_mami) con el objetivo de brindar información en LESCO sobre el embarazo, el parto y la maternidad, porque todas merecemos saber qué pasa con nuestro cuerpo y qué decisiones tomamos para la crianza y el futuro de nuestros hijos", dijo a Teletica.com. 

El día del parto no fue una excepción a las barreras que esta mujer debe afrontar a diario debido a su discapacidad.

La joven madre cuenta que llevó un curso de parto en el hospital y le indicaron que tenía el derecho de llevar a una persona intérprete ese día por cuenta propia, ya que el hospital no brindaba ese servicio. Pero, cuando llegó el momento, le indicaron lo contrario.

​"Al momento que me tenían que internar en la sala de partos, me dijeron que la interprete no podía entrar, que era ella o mi esposo. Fue frustrante, pasé como 40 minutos sola en la sala de partos, la enfermera obstetra haciéndome preguntas en un papel, que también por la pandemia el uso de la mascarilla nos dificulta más la comunicación, hasta que por fin entró la intérprete y estuvo conmigo todo el tiempo y doy gracias a Dios por eso", manifestó.

Durante las seis horas de labor de parto, dice que aprendió muchas cosas que no sabía, lo que evidencia la violencia al acceso a la información e incluso la violencia obstétrica que sufren las mujeres sordas.

Más limitaciones en derechos sexuales y reproductivos

Damaris Solano es una mujer de 60 años quien tiene una discapacidad física y utiliza una silla de ruedas motorizada.

Es la presidenta de la Alianza Latinoamericana de Mujeres con Discapacidad (Alamud) y a lo largo de su trayectoria ha conocido de cerca los diferentes retos del acceso a la información por experiencia propia y también en boca de otras mujeres con discapacidad.

Damaris Solano con su esposo.

Al igual que Nicole Mesén, a nivel personal, la barrera de la infraestructura es de las más notorias. Tanto para realizar trámites como para recibir una atención en las áreas de salud pública, dice que los obstáculos son todavía más pronunciados cuando se trata de la atención médica sexual y reproductiva.

"Le hablan a tu acompañante y no a vos, o que no te permiten ingresar si no es con un acompañante asumiendo que, como la mujer tiene una discapacidad, es virgen, casta y pura", aseguró.

En este escenario no pueden contestar las preguntas de manera libre y cómoda.

En Alamud incluso ejecutaron una encuesta a las mujeres con discapacidad mayores de edad, y, según Solano, los resultados dejaron en evidencia un escenario preocupante en cuánto a temas de salud sexual.


Además de esto, a la mayoría de las mujeres sordas no se les atiende con un intérprete, tampoco se les atiende debidamente cuando en un centro médico hay faltantes de camillas, consultorios y equipos accesibles.

¿Considera que las entidades públicas ofrecen un buen servicio a las mujeres con discapacidad?

"No, la respuesta, lastimosamente, es no. No hay visión de género y cuando hay servicios con visión de género, no hay con visión de discapacidad. El 61% de las personas con discapacidad de este país somos mujeres mayores de 18 años. Eso significa que las políticas de empleo, de salud y de educación tienen que ir enfocadas hacia esa mayoría, porque actualmente no es así". 

Para Solano, debe haber una toma de conciencia y un mejor cumplimiento de las leyes hacia esta población.

Puede conocer más sobre el estado de la mujer en Costa Rica, las voces de otras mujeres que demandan mejoras en sus derechos y los retos pendientes en la lucha hacia la paridad de género, ingresando a nuestro sitio especial del 8M.

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