Luis Guillermo Solís: “Durante la campaña no pude convertirme en quien no era”

Serenidad, inteligencia y coherencia, caracterizan a este humilde profesor universitario quien asegura que “se sudaron la chaqueta” para lograr el objetivo.

En su charla con Edgar Silva, se nota bastante ilusionado con su nuevo papel y con un poco de miedo de perder la paz durante el tiempo que requiera para hacer lo que necesita y deba, siempre con el favor de la gente.
 
“Todo mundo me decía que tenía que ser más agresivo, que no hablara como profesor, no sea tan académico y que cambie la forma de como hablo. No hubo una convicción de mi parte sobre esto, no podía convertirme en lo que no era”, dijo Luis Guillermo Solís.
 
En “Las Paredes Oyen”, Luis Guillermo no deja su manera agradable, sincera y orgullosa tras alcanzar la silla presidencial. 
 
La humildad de un hombre trabajador se ve reflejada en cada una de sus palabras conquistando el cariño de muchos, con su sencillez. 
 
Las lágrimas en sus ojos hacen que aparezca un nudo en su garganta cuando se refiere a la relación con sus hijos, los define como sus maestros y que además tendrán una gran tarea para que su padre no cambie la manera de ser. 
 
¿El poder puede cambiar a Luis Guillermo Solís? 
 
“Uno se puede volver tonto en política y puede ser que en algún momento pierda las perspectiva de las cosas y me convierta en un ser vanidoso, que sería lo último que quiero que me ocurra”, agregó Solís.
 
Para Solís, la vanidad es el pecado mortal de la política, y un político con poder puede creer que se ha convertido en Dios. 
 
Su compañera, sus hijos y los medios de comunicación serán los encargados de recordarle que se puede equivocar y que hay que pedir perdón si eso sucede, además de nunca despegar los pies sobre la tierra.
 
“El presi” afirma que su campaña fue leal, constructiva e inteligente, y por ello logró junto a su equipo de trabajo tanto apoyo de la gente.