Por Natalia Jiménez Segura |29 de noviembre de 2022, 12:19 PM

Es muy posible que nuestras abuelas, bisabuelas o tatarabuelas tuvieran a sus hijos en la casa y con la ayuda de una partera; en el siglo pasado esto era la manera más común de dar a luz. 

A pesar de que con el paso de los años este fenómeno prácticamente ha desaparecido, todavía quedan algunas parteras tradicionales en Costa Rica y alrededor del mundo. 

Isabel Rivera Navas, de 71 años, es una de ellas. Vive en la comunidad indígena de Boruca, en la Zona Sur del país. Es partera desde hace 40 años y en sus manos han nacido al menos 70 bebés.

Asegura que esta es una profesión que requiere de mucha valentía.

"Empecé a ser partera por ver la necesidad en la comunidad, en ese momento no había carreteras, centros de salud, no llegaban ambulancias, y no había formas de transporte para sacar a la gente. Como la comunidad era un pueblo grande y había muchas necesidades de esas, yo creo que Dios me tocó el corazón para convertirme en esto", comentó a Teletica.com

Su abuela era partera, pero quien le enseñó todo lo que sabe fue una mujer conocida en el pueblo. Dice que el proceso de aprendizaje no fue sencillo, pero está convencida que es algo que ya traía en la sangre.

Desde entonces ha hecho el trabajo con excelencia, y no ha tenido ni una sola complicación ni muerte de un bebé. 

"Las cosas uno a veces las trae de naturaleza, mi abuelita fue una partera que cuando ella cayó en su vejez dijo que en sus manos habían nacido 150 niños. Iba por todo lado a cuidar mujeres. Ella no fue la que me enseñó, pero yo creo que eso ya uno lo trae", aseguró.

La vida de las pocas parteras que quedan en Costa Rica

Rivera asiste a las mujeres en el parto, pero también las prepara desde que tienen tres meses de embarazo. Les hace masajes, baños en aguas de plantas medicinales y las somete a todos los preparativos necesarios para enfrentarse a ese importante momento. 

Tras ese proceso, algunas de sus pacientes deciden tener al bebé en la casa, mientras que otras se van para el hospital. Según Rivera, muchas eligen parir en sus domicilios debido a la mala experiencia que han tenido algunas mujeres en la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).

De hecho, ella tuvo 10 hijos propios, de los cuales ocho nacieron en la casa y dos en un centro de salud, y pudo vivir en carne propia la diferencia que existe entre ambos ambientes.

"Ellas prefieren eso por el mal trato que nos hacen en los hospitales. Yo lo viví con mis dos últimos hijos. A veces llega uno con los dolores bien mal y no nos toman importancia, nos dicen que es mentira o exageradas y nos dicen que aguantemos", cuenta. 

Lo mejor y lo peor de ser partera

Para esta adulta mayor ser partera es lo más gratificante que alguien pueda imaginarse, además del hecho de que la comunidad llega a verla con mucho respeto y cariño. 

Pero lo más importante, asegura, es el hecho de que su oficio le proporcione tanta felicidad a las familias, aunque también señala que no todo es positivo cuando se trata de una profesión que conlleva tanta responsabilidad.

"Yo, cuando empecé a trabajar de partera, estuve a punto hasta que me llevaran a la cárcel porque los mismos asistentes de salud, como les decían en aquel tiempo, me acusaron. Me amenazaron y tuve que andar haciendo mis trabajos hasta escondidas", dijo en la entrevista. 

La vida de las pocas parteras que quedan en Costa Rica

Uno de los retos más complicados para ella fue aprender a lidiar con las críticas de muchas personas que se oponían a su trabajo. 

"Acaso que uno va a poner a una señora que va a parir en una cama sucia, al contrario, todo está muy limpio y además que las bañamos a ellas con plantas medicinales hasta tres veces (...) Luego al niño lo llevan a ponerse las vacunas", añadió la mujer.

Doña Isabel es la última partera que queda en su comunidad, de hecho, además de ella, no hay ninguna otra persona que se haya interesado en aprender el oficio. 

Reconoce que si ella algún día llegara a faltar, esta tradición pasará a desaparecer por completo.

"Es una lástima porque si hubiera alguien que abriera una oportunidad de enseñanza sería genial", concluyó. 

Además de ella, encontrar parteras tradicionales en Costa Rica es una tarea muy difícil, es posible que incluso se puedan contar con los dedos de una mano.

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