Por Luis Jiménez |18 de mayo de 2024, 8:00 AM

La madrugada del 4 de agosto de 1997, a Álvaro Víquez se le perdió el rastro de manera inexplicable. 

Esta misteriosa desaparición, en el distrito josefino de Mata Redonda, ha dejado una huella imborrable en la comunidad y continúa siendo uno de los casos sin resolver más enigmáticos de Costa Rica.

La familia Víquez alertó a las autoridades casi de inmediato. El Organismo de Investigación Judicial (OIJ) llegó al lugar, pero no encontró señales de lucha ni indicios claros de lo que pudo haber sucedido. Los agentes solo hallaron las sandalias de Álvaro cerca del portón de entrada, lo que sugería que había salido con prisa.

A lo largo de las semanas siguientes, la búsqueda se intensificó. Se distribuyeron volantes con su fotografía, se realizaron entrevistas con vecinos y conocidos, y se rastrearon posibles pistas. Pese a los esfuerzos, las autoridades no lograron encontrar ninguna evidencia concluyente. 

“Es como si se lo hubiera tragado la tierra”, comentó un investigador del OIJ involucrado en el caso.

La desaparición de Víquez tuvo un profundo impacto en su familia. El caso también atrajo la atención nacional, generando numerosas teorías y especulaciones. 

Según algunos, al parecer, fue víctima de un secuestro porque sus captores llamaron a los parientes para pedirles dinero a cambio de su vida. Otros consideraron la posibilidad de un ataque por parte de delincuentes locales, aunque la falta de pruebas complicó esta hipótesis.

En un intento por obtener nuevas pistas, se ofreció una recompensa por información que pudiera llevar a la resolución del caso. A pesar de eso, las pistas fueron escasas y, en muchos casos, no condujeron a nada sustancial. 

La comunidad de Mata Redonda se unió en solidaridad con la familia Víquez, participando activamente en las búsquedas y mostrando un apoyo constante.

Con el paso del tiempo, las esperanzas de encontrar a Álvaro con vida comenzaron a desvanecerse, aunque la familia nunca perdió la fe por completo.

Las autoridades continuaron investigando el caso de manera intermitente durante años, revisando informes y reexaminando testimonios. Sin embargo, este se fue enfriando y quedó archivado como un misterio sin resolver. A pesar de esto, los vecinos y allegados seguían conmemorando la fecha de su desaparición, manteniendo viva la esperanza de que algún día se encontraría una respuesta.

La desaparición de Álvaro Víquez es un doloroso recordatorio de las incógnitas que aún existen en el ámbito de la seguridad y la justicia. La familia, la comunidad de Mata Redonda y el país en general siguen esperando con ansias cualquier nueva información que pueda poner fin a este prolongado misterio y traer un cierre a una historia que ha marcado a tantos.

¿Cuáles fueron las pistas que encontraron las autoridades sobre la desaparición de Álvaro Víquez?

En la investigación, hallaron varias pistas que, aunque inicialmente parecían prometedoras, no lograron esclarecer el caso.

Vehículo sospechoso: varias personas mencionaron haber visto un vehículo desconocido rondando la zona en días previos a la desaparición de Álvaro. Las descripciones del carro fueron inconsistentes, y no se pudo identificar un modelo o matrícula específicos.

Llamadas telefónicas: las autoridades revisaron los registros telefónicos de Álvaro y encontraron que había recibido varias llamadas anónimas en las semanas previas a su desaparición. Estas no contenían mensajes claros y parecían ser de alguien desconocido para la familia.

Rumores de problemas financieros: se investigaron rumores que indicaban que Álvaro podría haber tenido problemas financieros o disputas comerciales. Sin embargo, no se encontraron evidencias sólidas que respaldaran esta teoría, y su negocio parecía estar en buena situación.

Supuestos testigos: algunos individuos afirmaron haber visto a Álvaro en diferentes partes del país en días posteriores a su desaparición. Estas afirmaciones resultaron ser infundadas después de pesquisas más detalladas.

Recompensa y testimonios: la oferta de una recompensa por información llevó a la aparición de varios testimonios, pero muchos resultaron ser falsos o irrelevantes. Algunas personas simplemente buscaban beneficiarse de la situación, lo que complicó aún más el caso.

Contactos comerciales: se revisaron los contactos comerciales de Álvaro para identificar posibles enemigos o personas con motivos para hacerle daño. Ninguno de estos contactos aportó información útil para avanzar en el caso.

Análisis forense: con el tiempo, se aplicaron técnicas forenses modernas para analizar las evidencias recopiladas inicialmente. Sin embargo, no se descubrieron nuevos hallazgos que pudieran explicar su desaparición.

A pesar de estas pistas, las autoridades no pudieron determinar el paradero de Álvaro Víquez ni las circunstancias exactas en las que desapareció. La falta de pruebas concluyentes y la complejidad del caso lo convirtieron en uno de los misterios más desafiantes del país.

¿Qué dice un exjefe de OIJ sobre el expediente?

Gerardo Castaing, quien era para ese entonces el jefe de la Unidad de Negociación de Rehenes de la Policía Judicial, a cargo del caso, cuenta que Álvaro Víquez era una persona nocturna: salía a las 5 p. m. de su casa y volvía a las 6 a. m. luego de pasearse por centros de diversión en San José.

Además, señala que, al parecer, fue un grupo de delincuentes el que lo secuestro con el propósito de obtener algún dinero y, en su momento, la Unidad de Negociación usó algunos recursos, como las pruebas vitales.

“Nunca se pudo ubicar a Álvaro porque hubo una serie de situaciones con llamadas, como las pruebas vitales, que los secuestradores no pudieron contestar y hay un lema que tenemos: no se negocia por un muerto. Por la falta de experiencia de los delincuentes, creemos que hubo una herida o lesión grave que acabó con la vida de Víquez y no les permitió a los delincuentes responder las preguntas de las pruebas vitales.

“Extraoficialmente, sabemos que en un juicio que hubo contra unos delincuentes que se fugaron de La Reforma, una de las personas habló que Alvaro Víquez fue lanzado al río Tárcoles, donde están los cocodrilos, y esa fue una información que se recibió en aquel momento. Algo ocurrió entre los delincuentes y él porque, al no poder los delincuentes responder nuestras preguntas, llegamos a la conclusión de que estaba muerto. Antes no había mucha tecnología como ahora y eso dificultó la investigación", concluyó Castaing.

Para el experto, por lo general, en los secuestros está involucrado un familiar o alguna persona allegada a la familia.

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