Por Natalia Jiménez Segura |3 de agosto de 2021, 15:30 PM

José Valentín Jiménez, de 31 años, no tiene factores de riesgo. Aún así, él se convirtió en uno de los pacientes que requieren semanas de hospitalización debido al COVID-19.

Al ser una persona "sana", su familia nunca esperó tener que pasar por este doloroso proceso.

Según contó a Teletica.com su esposa, Pamela Ureña, todo inició hace algunas semanas cuando el hombre empezó a tener síntomas de gripe.

“Él empezó a presentar síntomas, no sabemos del todo cómo fue que se contagió. Es algo que uno no se explica. Nosotros siempre hemos tratado de cuidarnos y siempre manteniendo las medidas, siempre andamos alcohol”, aseguró.

Ellos no se hicieron prueba, pero sí tomaron la decisión de aislarse en su casa, junto a su hija de apenas tres años. 

Al tercer día, los síntomas se agravaron y decidieron moverse.

“Tenía dolor de pulmones y no podía respirar. Llamé y me dijeron que nos fuéramos si teníamos los medios o por medio de una ambulancia. Nos fuimos en el carro de mi esposo, llegamos a la clínica, lo revisó una doctora y le tomó el oxígeno. Tenía que tenerlo en 90 y él lo tenía en 70”, relató.

Los médicos le pusieron oxígeno y de inmediato fue trasladado al Hospital Max Peralta, en Cartago.

“Yo me despedí, lo encomendé a Dios, lo persigné y se lo llevaron en la ambulancia. Agarré el carro y me vine y lloraba y lloraba todo el camino. Le pedía a Dios que lo devolviera, que estuviera acá con nosotros”, agregó Ureña.

Pasó un día con oxígeno en el centro médico, pero tampoco fue suficiente. En ese momento, Pamela recibió una llamada muy dolorosa.

“El doctor me llamó y me dijo que el oxígeno no le estaba funcionando y que tenía que intubarlo porque era lo único para poderle ayudar”, contó su esposa.

El joven padre pasó ocho días en la Unidad de Cuidados Intensivos, luego le hicieron una traqueotomía, algo que también le generó problemas. Le entró una bacteria en el pulmón y otra en el estómago: su situación se ponía cada vez más delicada.

“Lo que nos decían era que estaba delicado, eso era lo único que nos decían. Pero gracias a Dios no llegó a un punto que me dijeran “no hay nada que hacer””, recordó.

A los días, José Valentín fue mejorando hasta que pudo salir del hospital, aún con secuelas del virus. Tuvo que aprender a caminar de nuevo.

Asegura que el personal de salud fue fundamental para que lograra superar el reto.

“Ellos tienen un trato muy especial, tienen un amor especial para el prójimo. Ellos fueron una segunda familia para mí”, dijo el hombre a este medio.

“Fue un milagro de Dios y de la Virgen de los Ángeles, que se lo pusimos”, dijo su esposa.

La familia ahora intenta salir adelante tras el doloroso proceso, que, aseguran, recordarán para siempre.