Por Luanna Orjuela Murcia |23 de abril de 2019, 2:20 AM

En la actualidad muchos niños pasan su tiempo libre sumergidos en aparatos electrónicos y dejan de lado la lectura de libros físicos. Por eso, en el marco del Día Internacional del Libro, María Alexandra Ulate, directora de Desarrollo Curricular del Ministerio de Educación Pública (MEP), compartió varios consejos para realizar una lectura que los niños gocen.

El tiempo que los padres o madres invierten en sus hijos es fundamental para una buena relación familiar. El infante siempre va a valorar ese espacio de dedicación.

Para una lectura recreativa y provechosa se debe buscar un lugar adecuado con suficiente iluminación, silencioso y encontrar una postura cómoda.

Ulate explicó que es muy importante que los padres tengan estrategias para que la lectura sea de interés del menor, ya que si se está haciendo solamente preguntas sobre el contenido se vuelve poco fluido entre la conexión adulto-niño-libro.

Se debe seleccionar un texto de acuerdo a la edad del pequeño, también se recomienda que el escrito sea leído anteriormente por los padres o que esté incluido en el plan de estudio de Español del MEP. 

Estrategias

Cuando el encargado le va a empezar a leer el libro al niño, deberá primero enseñarle la portada y preguntarle de qué piensa que podría tratarse. Eso es hacer una anticipación a la lectura.

El adulto se convierte en un modelo de lector, entonces la entonación que se utilice va a importar y hacer una gran diferencia.

Además, podemos irnos deteniendo en el texto para cuestionar qué cree el niño que pasará, ante esto no hay una respuesta buena o mala, simplemente se sigue la lectura y conforme avanza les preguntamos si se cumplió lo que pensaron o resultó siendo otra cosa.

Así el niño se atreve hacer una predicción de lo que cree y nos aseguramos que está poniendo atención y comprendiendo correctamente la lectura.

Otra estrategia es que antes de terminar el cuento decirle al infante que, de acuerdo a lo que haya entendido, él podrá ser el autor del cuento y ponerle un final a su gusto.

Si se desea se puede comparar con el final del autor original y ver cuál versión le gustó más.

Estas preguntas no se deben cargar al realizarse todo el tiempo, ya que se termina desvirtuando el placer de leer.

Un día se puede hacer el ejercicio de tapar las imágenes para que el menor se las imagine, las dibuje y al final comparar los personajes del libro con los que se dibujaron para ver si estuvo atento a las descripciones.

Es una relación no solo de lectura, sino que también se trabaja el proceso de comunicación entre padres e hijos. La posibilidad de que el niño verbalice lo que piensa y cree es fundamental en su crecimiento.

Cuando un niño lee muy bien se traduce que en su proceso de formación va a ser muy buen estudiante.

“Se ha comprobado científicamente que la persona que lee bien escribe mejor aún, ya que un lector que entiende correctamente el contenido del texto es capaz de interpretar la lectura. Así podrá describir con precisión y amarrar la historia”, finalizó Ulate.