¿Cómo saber si mi hijo está siendo víctima de abuso sexual?
“El abuso sexual no discrimina ni espacio ni lugar en donde se pueda perpetrar”, advierte la Fiscalía, que urge a padres y educadores a reconocer señales y denunciar de inmediato.
A pesar de que no tiene una única señal definitiva, sí hay signos que deben encender alertas y que advierten si un menor es víctima de abuso sexual.
Así lo enfatizó el fiscal Alan Cortés, de la Fiscalía Junta de Género de San José, al señalar que el abuso sexual contra personas menores de edad es una realidad constante y grave. En el 2024 se recibieron 4.717 denuncias por este delito.
Cortés fue contundente al afirmar que “estos delitos pueden ocurrir en cualquier contexto”, y no exclusivamente en el entorno familiar.
“Hemos atendido casos que se dan en espacios educativos o deportivos, donde personas adultas con posiciones de poder, como profesores o entrenadores, se aprovechan de la confianza social que los padres depositan en ellos”, explicó Cortés.
Una de las formas más comunes de agresión sexual en estos entornos es el “grooming”, un proceso de manipulación en el que el agresor construye una falsa relación de confianza con la persona menor de edad y su familia. “Se muestran como figuras protectoras, cariñosas, serviciales; ofrecen ayuda académica o regalos, y así disminuyen la resistencia de la víctima”, detalló el fiscal.
Además, alertó que existe una concepción errónea de que el abuso solo ocurre si hay contacto físico en zonas íntimas.
“El abuso sexual también puede manifestarse en frases sexualizadas, besos forzados, mostrar contenido sexual o conductas inapropiadas con fines sexuales, aunque no haya penetración o tocamientos íntimos”, puntualizó Cortés.
Señales de alerta
El fiscal indicó que si bien no hay un perfil único de víctima o agresor, hay ciertos comportamientos que podrían sugerir que una persona menor está siendo abusada:
- Cambios bruscos en su conducta: retraimiento, miedo inusual, pesadillas o regresiones como incontinencia.
- Rebeldía repentina o conductas sexuales inapropiadas para la edad.
- Dolores o infecciones inexplicables en sus partes íntimas.
- Bajón en el rendimiento académico o desinterés en actividades que antes disfrutaban.
- Temor o negativa constante a asistir a clases o entrenamientos específicos.
Cortés enfatizó que uno de los principales factores que perpetúa estos delitos es la cultura del silencio. El miedo a represalias académicas, la falta de protocolos claros en centros educativos y la omisión de responsabilidades legales contribuyen a la impunidad.
“Muchas veces, las instituciones no denuncian por temor a responsabilidades civiles. Pero callar también es un delito.
"El Código Procesal Penal y el Código de Niñez y Adolescencia obligan a los funcionarios públicos a denunciar cualquier sospecha de abuso, incluso si no hay una denuncia formal por parte de padres o víctimas. La omisión puede conllevar sanciones penales, civiles y administrativas", manifestó Cortés.
Ante cualquier sospecha, el fiscal recomienda no quedarse con la duda ni callados. Las denuncias pueden hacerse al 9-1-1, a la línea confidencial 800 8000 645 del OIJ, directamente en la Fiscalía o en cualquier sede del Organismo de Investigación Judicial. Paralelamente, se puede acudir al Departamento de Asuntos Disciplinarios del MEP o al PANI.
Además, se puede solicitar acompañamiento psicológico y social en la Oficina de Atención y Protección a la Víctima del Delito del Ministerio Público, que brinda atención gratuita y confidencial.
“Las personas menores de edad deben saber que no tienen la culpa. Que no están solos. Que tienen derecho a ser protegidos y a vivir libres de cualquier forma de violencia sexual.
"Por encima de cualquier profesor o figura de autoridad, lo prioritario es que la persona menor de edad se sienta segura, escuchada y protegida", concluyó Cortés.