Cerca de 60 niños llevan tres meses sin clases tras cierre de escuela en San Carlos
El MEP dijo que las lecciones se impartirían de forma remota. El problema: en Chorreras no hay acceso a internet ni dispositivos tecnológicos.
La comunidad fronteriza de Chorreras, en Cutris de San Carlos, vive una pausa forzada. Cerca de 60 niños llevan más de tres meses sin recibir clases luego del cierre de la escuela local, producto de una resolución judicial que ordenó la demolición total del poblado.
La medida judicial, que afecta a 87 familias por presunta ocupación de un área protegida, ha golpeado con especial dureza a los más pequeños, quienes no comprenden de litigios ni procesos legales, pero sí sufren las consecuencias.
Desde septiembre, el Ministerio de Educación Pública (MEP) cerró la escuela de Chorreras como parte del cumplimiento de la orden judicial. Entre los afectados está Ian, un niño de siete años que cursaba primer grado. Su materia favorita es Español y su libro preferido, Los tres cerditos. Hasta hace unos meses, llegaba cada mañana con su mochila y ganas de aprender. Hoy, su aula permanece cerrada.
Su madre, doña Carolina, habla con mezcla de tristeza y desesperanza. No solo debe enfrentar el desalojo de su hogar, sino también la interrupción de la educación de su hijo. “Es muy duro ver cómo todo se derrumba, incluso el futuro de nuestros niños”, expresa.
Como ella, decenas de padres viven con la angustia de que sus hijos pierdan el año escolar. Por ello, presentaron un recurso de amparo ante la Sala Constitucional, alegando que el cierre de la escuela viola el derecho fundamental a la educación.
El alto tribunal ordenó continuar el curso lectivo sin interrupciones. Sin embargo, el MEP respondió que las lecciones se impartirían de forma remota. El problema: en Chorreras no hay acceso a internet ni dispositivos tecnológicos, lo que hace imposible la virtualidad.
Las autoridades reconocen que en la zona existe una profunda brecha digital que impide que los estudiantes reciban clases virtuales. Mientras tanto, la vida en Chorreras continúa en pausa. Para los adultos, es un proceso difícil. Para los niños, es un futuro interrumpido.


