21 de noviembre de 2016, 5:13 AM

Opinión. 

En la vida hay noticias de noticias y noticias que te marcan. La que vivimos este 20 de noviembre fue una de ellas.

Los domingos, por lo general, uno se despierta con una sensación de descanso, se respira deporte, tranquilidad y máxime cuando se viene un clásico nacional, pero al enterarme del fallecimiento de Gabriel Badilla todo lo bonito se paralizó.

De inmediato saltan a la memoria la cantidad de imágenes del #16 del cuadro morado, una persona que desde niño mostró sus dotes de liderazgo, ese recuerdo de un luchador insaciable y ganador de principio a fin, no se “arrugaba con nadie, ni contra nadie”.

No es cualquiera, el que después de una operación de corazón se recupera y regresa a la competencia de alto rendimiento, para volver a levantar la copa de campeón, hay que tener hormonas para eso y a Gabriel le sobraban.

Recuerdo una conversación que tuve con el ex zaguero mientras esperábamos el ascensor en un hotel en México DF, acabamos de perder 1-0 ante los aztecas con gol de “Chicharito” y Gabriel jugó ese día en la ruta hacia la copa del mundo de Brasil.

“Casi lo sacamos Gabriel", le dije. El me respondió: “puña la tuvimos, esa entró por suerte, pero eso no se va a quedar así, ya van a ver de qué estamos hechos, ojala que la revancha fuera en 20 minutos porque ya estoy listo para buscar el gane”. Elegamos al piso 10, él se bajó. Junto con Marco Rivera, el camarógrafo que me acompañaba, continué el ascenso y comentamos que a pocos jugadores les dolía tanto perder como a Gabriel Badilla.

El deporte lo trajo y el deporte se lo llevó, dándolo todo como era su estilo, la “Cueva” fue su casa y su última morada, con la piel que siempre lució. Los grandes llegaron, porqué uno de ellos se adelantó.

Educado para atender a la prensa, siempre dio la cara en los momentos duros, de carácter fuerte en el terreno de juego, respetado por todas las aficiones, de los pocos que le juró amor eterno a una sola camiseta, de los contados con ADN morado, el capitán se fue, pero el legado de un gladiador quedará y como cantó la Ultra anoche bajo la lluvia… ¡Badilla no se va!