Aranceles de Trump y caída del dólar enmarcan un 2025 de incertidumbre para Costa Rica
Aunque la inflación y las tasas se mantienen estables, la volatilidad externa golpea exportaciones, inversión y turismo, sectores clave para el crecimiento económico del país.
Los aranceles anunciados por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sumados a la prolongada apreciación del colón frente al dólar, provocaron un panorama económico complejo para Costa Rica durante este 2025.
Aunque la estabilidad de precios y tasas de interés genera cierto alivio en los mercados internos, los sectores vinculados al comercio exterior y al turismo enfrentan un escenario de volatilidad que golpea expectativas, planificación y competitividad.
Lo primero es entender que Estados Unidos sigue siendo el principal destino de las exportaciones costarricenses y el origen de buena parte de las inversiones extranjeras directas, por lo tanto, cualquier alteración en las reglas del comercio tiene repercusiones inmediatas en el país.
En ese contexto, los anuncios de aranceles por parte del gobierno de Trump hacia productos ticos, con porcentajes y alcances variables, generan un estrés adicional que impacta incluso más que las tarifas mismas.
Para el economista Leiner Vargas, el principal problema no es el monto específico de las tarifas, sino esa ausencia de claridad.
“Lo que más ha afectado no es tanto el arancel en sí mismo, sino la inestabilidad de las reglas del juego que ha provocado este cambio en los aranceles.
“El inversionista no tiene una forma de planear en el tiempo cuál va a ser el verdadero costo de importar o exportar hacia o desde los Estados Unidos y eso provoca una volatilidad que básicamente inhibe la inversión extranjera, la inversión local, inclusive”, aseveró.
Ese efecto, advierte Vargas, trasciende el corto plazo y se refleja en una sucesión de anuncios contradictorios en menos de un año, lo que incrementa la incertidumbre en la toma de decisiones empresariales.
“En cuestión de 12 meses de la entrada del gobierno de Donald Trump hemos tenido anuncios de un porcentaje, luego ese porcentaje subió, luego se eliminó algunos productos y hoy ese porcentaje está sujeto como a una negociación (…) casi que de percepción”, añadió.
Sumado a esto, el comportamiento del tipo de cambio ha reforzado la complejidad de este 2025. El colón acumula tres años de apreciación, impulsado por una menor demanda de dólares para importaciones y factores estacionales como los ingresos por turismo y los pagos de aguinaldos.
La combinación de un dólar barato y aranceles inestables crea entonces ganadores y perdedores: por un lado, los importadores y empresas con costos en dólares han visto una reducción en sus costos de adquisición y producción; por el otro, quienes producen en colones y venden en mercados externos perciben pérdidas en competitividad, especialmente en agricultura, manufactura y turismo.
“Los importadores y los que tienen costos en dólares miran una reducción de su costo (…) y eso favorece su competitividad, pero los que producen con costos mayoritariamente en colones tienen un efecto adverso”, explicó Vargas.
La estructura bimonetaria costarricense también acentúa esta brecha: quienes tienen deudas en dólares reciben un alivio, pero los endeudados en colones con ingresos en moneda extranjera enfrentan cargas mayores.
En esa disyuntiva también sufren los exportadores.
Víctor Pérez, presidente de la Cámara de Exportadores de Costa Rica (Cadexco), coincide en que la combinación de factores externos generó, y genera, un golpe directo en el clima de negocios.
“El impacto de los aranceles ha tenido un efecto directo en la competitividad relativa de los productos en el mercado (…) Lo que más ha afectado no es tanto el arancel en sí mismo, sino la inestabilidad de las reglas del juego”.
Pérez añade que esta volatilidad afecta la toma de decisiones y frena nuevas inversiones.
“Eso afecta las expectativas de cualquier inversionista, alteran de manera significativa el clima de inversión y la competitividad de las exportaciones y el turismo”, lamentó.
Para el sector exportador, el año ha sido agridulce: alivio en costos financieros, pero presión en ingresos y mercados.
Tanto Vargas como Pérez coinciden en que, pese a una macroeconomía doméstica estable (tasas más bajas, inflación contenida y reducción en el costo de importaciones), el contexto internacional domina la agenda.
“La inestabilidad viene por el sector externo, por la altísima vulnerabilidad de vender a un mercado mayoritariamente dominado por los Estados Unidos (…) afectado por estas dos tensiones”, finalizó Vargas.
Los expertos anticipan que la tendencia podría mantenerse e incluso profundizarse en los próximos meses, con el reto adicional de mantener vivo el ambiente de inversión externa sin sacrificar la estabilidad económica interna de los últimos años.


