Por Luanna Orjuela Murcia |5 de mayo de 2020, 11:35 AM

Los insectos llamados popularmente ‘abejones de mayo’ han disminuido un 90%-95% en los últimos 40 años, según estimaciones del biólogo Ricardo Murillo de la Universidad de Costa Rica (UCR).​

Cada vez son menos los abejones que entran a nuestros hogares atraídos por la luz artificial. La razón es simple. 

Según explicó el especialista en insectos, hace 40 años el Valle Central era un valle agrícola, lugares como Moravia, Tibás y Heredia eran cafetales, tomatales, cultivos de flores, hortalizas, etc.

El crecimiento de la población humana trajo más urbanizaciones y menos zonas verdes. Entonces, al reducirse los espacios de tierra, se disminuyeron la cantidad de ‘abejones de mayo’.

“Las larvas de este abejón se desarrollan en la tierra, entonces conforme se pavimenta y se construyen casas, la tierra es menor y la población de abejones disminuye. La baja no es porque la gente los mate uno por uno cuando entran en su casa, es por la reducción de las zonas verdes en el Valle Central”, indicó Murillo.

Ciclo de vida

Los insectos que comúnmente llamamos ‘abejones de mayo’ corresponden a unas 15 especies de escarabajos phyllophaga.

Son llamados de esta manera porque los adultos salen en el mes de mayo, al comenzar la época lluviosa. De inmediato, se empiezan a aparear y alimentarse, durante unos dos meses.

Después depositan los huevos en el suelo, los cuales nacen en junio-julio. Las larvas jobotos se alimentan de las raíces de las plantas durante todo el año. Más tarde hacen una pupa en el suelo, se mantienen durante diciembre, enero, febrero, marzo, y en abril-mayo al ablandarse los suelos por las lluvias, emergen en su forma adulta.

Estos insectos se alimentan de hojas, por eso abundan en zonas cultivadas. Sus mayores depredadores son aves como el zanate, murciélagos, perros y gatos.

¿Cómo actuar cuando entran a nuestras casas?

Los ‘abejones de mayo’ son inofensivos para los humanos, ya que no transmiten ninguna enfermedad y no muerden.

Se pueden agarrar perfectamente con la mano y sacarlos al patio. Si le da miedo, el biólogo recomienda agarrarlos con una bolsa, un frasco o hasta barrerlos con cuidado y depositarlos afuera.

“Al ser humano le han enseñado a matarlo todo y que todos los bichos son malos. Nosotros tenemos que aprender a convivir con la biodiversidad”, comentó Murillo.

“Aunque la gente tome esta conducta (de no matarlos) no se van a salvar los ‘abejones de mayo’ del Valle Central. Ellos van a desaparecer conforme siga creciendo el urbanismo. Por estos animales no podemos hacer nada mientras la demografía siga igual, pero por la sensibilización de las personas podemos hacer mucho”, resaltó el especialista.

Cuando el Valle Central era en su mayoría agrícola, los escarabajos eran considerados una plaga porque se comían todas las hojas, pero ahora en los asentamientos humanos no representan una amenaza.

Años atrás, se les llamaba también “ahogapollos” por la creencia de que si una gallina se comía muchos se ahogaba.

Ricardo Murillo explicó que esto es falso. Además, esta denominación es más rural y se ha ido cambiando por ‘abejón de mayo’ porque ya la gente no tiene pollos en la casa y lo asocia más con el mes.

Popularmente, cuando una persona está adormilada o atontada se le llama ‘abejón de mayo’. La explicación radica en que los escarabajos cuando están expuestos a la luz intensa se desubican, porque su desarrollo evolutivo fue diseñado para estar en la oscuridad y guiarse únicamente por la luz de la luna.

“Cuando un abejón entra a la casa y tenemos bombillos, la cantidad de luz que recibe su sistema nervioso a través de sus ojos es millones de veces más de la que ha evolucionado para percibir. Entonces está prácticamente cegado, al estar en una casa con cuatro paredes solo va a chocar contra ellas”, aseguró el especialista.