Por AFP Agencia |30 de noviembre de 2020, 14:02 PM

"Uno de los peores accidentes que hemos visto, pero con un final increíblemente positivo": de esta manera explica el piloto del coche medicalizado de la Fórmula 1 los 28 segundos que duró el salvamento de Romain Grosjean el domingo en Baréin.

Cuando el monoplaza del piloto francés chocó contra la barrera de seguridad a 220 km/h, se partió en dos y se incendió, Alan van der Merwe, el piloto, e Ian Roberts, el doctor del "medical car" (coche medicalizado), seguían al pelotón de autos en la primera vuelta, como hacen en cada Gran Premio, antes de colocarse en la salida de 'boxes' a la espera de ser solicitados por la dirección de carrera.

Llegaron al lugar del accidente nueve segundos más tarde. "Parecía un horno, rojo, inflamado", explicó Roberts, que coordinó a los equipos de seguridad y fue al encuentro de Grosjean. "Le vimos comenzar a salir (del auto). Nos preguntábamos cómo llegar a él". Por supuesto, no era cuestión de meterse entre las llamas. Él es médico, no bombero, ni está equipado para ello.

"El equipo anti-incendios llegó bastante rápido y el extintor apartó las llamas lo suficiente para que pudiéramos ayudar a Romain a saltar la barrera cuando se puso en pie", explica el médico. "Esa ventana era muy corta porque las llamas volvían hacia nosotros. Fue muy intenso".

"Si llegamos más tarde..."

Veintiocho segundos después del accidente, el piloto estaba a salvo. Tras un rápido chequeo, Roberts y Van der Merwe escoltaron al franco-suizo, que cojeaba y tenía quemaduras en manos y pies. Le llevaron hasta la ambulancia que lo trasladó al centro médico del circuito, donde tomó un helicóptero que lo traslado a un hospital, que debería abandonar el martes, según anunció su escudería Haas.

Veintiocho segundos es poco tiempo y es a la vez una eternidad. "Si llegamos cinco segundos más tarde o si Ian tarda cinco segundos más en decidir qué hacer, el resultado podría haber sido muy diferente", admitió Van der Merwe.

Pero, ¿cómo reaccionar cuando estás frente a un Fórmula 1 partido en dos y convertido en una bola de fuego?

"Hay que comprender rápidamente qué ha pasado y después avisar", dice el médico, que oficiaba e el circuito inglés de Silverstone antes de instalarse en el asiento del copiloto del auto medicalizado a partir de 2013.

Para ello, hay que anticipar al máximo. "Cada día, pasamos revista a una lista de escenarios. Discutimos lo que pasaría si hay un incendio, un accidente en cadena, pero no podemos cubrirlo todo y hay que adaptarse sobre la marcha", continúa Roberts.

"Estar ahí para lo que es nuevo"

"Este funcionamiento rutinario limita el riesgo de errores", añade Van der Merwe, expiloto de carreras sudafricano reconvertido en 2009, que también apela a la experiencia y al instinto.

El coche medicalizado sale a escena a cualquier accidente a lata velocidad, pero "no estamos ahí para lo que es fácil, sino para lo que es nuevo", justifica Van der Merwe. "En nueve accidentes de cada diez, todo funciona como hace falta, pero una vez, quizás cada cinco años, vemos algo en lo que no habíamos pensado y es por eso por lo que estamos ahí, con nuestro motor de 550 caballos".

El accidente del domingo, en el circuito de Sakhir, es "probablemente el más serio" que han visto desde que están juntos, asistiendo también en Fórmula 2 y Fórmula 3, además de los ensayos libres de cada carrera.

Ese es otro de los desafíos de su misión. "Podemos pasar hasta siete u ocho horas diarias en el coche. Puede ser cansino", explicó Van der Merwe a la AFP el año pasado. "A menudo, pasas de no tener ningún estímulo a una sobrecarga completa. Es un giro total, pero eso se aprende".

El domingo, su trabajo no acabó con el salvamento de Grosjean: "Siempre comprobamos la escena, porque existe el riesgo que haya alguien a quien no hemos visto", destaca Roberts. "Hacemos eso con la dirección de carrera y los equipos del circuito, es un trabajo colectivo, todo el mundo contribuye con su parte".