Por + Que Noticias Redacción |3 de febrero de 2025, 18:55 PM

En lo profundo de las montañas de la selva de Pavones, Golfito, vive la familia Bejarano. Doña Dominga, madre de 13 hijos, y don Alejandro, policía de la guardia rural, son el pilar de un hogar donde cada día inicia con esfuerzo y sacrificio.

A las 4 a. m., mientras muchos aún sueñan, Yuri Bejarano, de 15 años, se despierta en el pequeño cuarto que comparte con sus hermanas. Apenas suena la alarma del celular, se dirige al baño con agua fría, un gesto rutinario, pero lleno de determinación en una casa de bono del gobierno, adecuada para un territorio indígena. En la cocina, su madre enciende el fogón para preparar café, el único sustento disponible antes de una jornada larga y desafiante.

Un trayecto de fortaleza y esperanza

Junto a sus hermanas Jessica y Yendry, Yuri emprende el camino hacia el colegio. La caminata es ardua: dos horas y media de recorrido entre senderos oscuros, caminos fangosos y una soledad que solo rompen algunos indígenas ngäbes rumbo a las plantaciones de banano o palma. Es un trayecto que no permite pausas, donde las jóvenes enfrentan las inclemencias del tiempo con chancletas y botas, siempre guiadas por la esperanza de un futuro mejor.

En contraste, los hermanos menores de Yuri asisten a una escuela unidocente ubicada a 25 minutos a pie, un trayecto considerablemente más sencillo, pero igual significativo en esta zona de acceso limitado a la educación.

La última parada antes de la escuela

Tras más de dos horas de caminata, las hermanas Bejarano llegan a la calle principal. Allí, dejan las chancletas y esperan el bus que las llevará al Liceo Académico de Conte, ubicado a 40 minutos más de distancia. Durante el viaje, el bus recoge a decenas de jóvenes con historias similares, quienes comparten el sueño de superar las dificultades para acceder a la educación.

Un ejemplo de esfuerzo para inspirar

Con la llegada al liceo, Yuri, Yariela y Jessica inician el curso lectivo 2025 con ilusión y tenacidad. A lo largo del año, este viaje continuará siendo su rutina diaria, un esfuerzo que refleja la resiliencia de los estudiantes rurales en Costa Rica.

La historia de las hermanas Bejarano nos recuerda la importancia de valorar y aprovechar las oportunidades educativas. Que sus pasos nos inspiren a reconocer y apoyar el sacrificio que muchas familias realizan por un futuro mejor.

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