La alegría que camina por Lagunilla tiene nombre y apellido: Ignacio Alemán
Este vecino emblemático reparte tiempos, mandados y buen humor con la naturalidad de quien entiende que una comunidad también se construye con gestos simples y una sonrisa constante.
En Lagunilla de Heredia, basta caminar unos metros para que un nombre aparezca entre sonrisas y saludos. Ignacio Alemán es de esos vecinos que no pasan desapercibidos: se le reconoce por la energía con la que avanza por las calles, por el buen humor que parece acompañarlo siempre y por esa forma particular de relacionarse con todos, como si el barrio entero fuera una sola familia.
A sus años (que lleva con orgullo y sin ocultar la vitalidad que todavía lo mueve) don Ignacio se ha convertido en un personaje querido. Vende tiempos con la alegría de quien no solo entrega un producto, sino un pequeño momento de compañía. Hace mandados como quien cumple una misión que lo conecta con los demás. Y cuando la ocasión lo permite, canta, baila o improvisa un paso que deja claro que la música sigue siendo parte de su manera de entender la vida.
Quienes lo conocen dicen que siempre tiene un saludo cálido, una broma o una ocurrencia lista para iluminar el día de alguien. Su presencia en las calles se volvió habitual, casi imprescindible: una mezcla de entusiasmo, amabilidad y ritmo que sostiene el espíritu de la comunidad.
En Lagunilla, Ignacio Alemán no es simplemente un vecino más. Es un recordatorio viviente de que la alegría también se construye con gestos cotidianos, con la disposición de servir y con las ganas de compartir lo que uno es. Don Ignacio, con su paso firme y una sonrisa que parece venir desde muy lejos, es parte de lo mejor que conserva un barrio.
Repase el reportaje completo en el video que aparece en la portada del artículo.

