Este niño de 7 años reza y canta en tradicional romería de Tierra Blanca
Él sigue los pasos de su abuelo y combina sus deberes escolares con la tradición, demostrando una madurez espiritual que va más allá de su edad.
En Tierra Blanca de Cartago, una pequeña comunidad impregnada de historia y devoción, la tradición es más que una mera costumbre, es un vínculo que une generaciones en gratitud y fe.
Desde hace 147 años, los habitantes de esta localidad se reúnen en una celebración única y conmovedora: la Romería de Jesús del Rescate y San Isidro Labrador, un período que va del 1° de abril al 15 de mayo.
Cada día, decenas de familias de Tierra Blanca abren sus puertas y corazones para dar la bienvenida a los romeros.
Bajo el radiante sol, grupos de 10 personas recorren hasta 65 casas, llevando consigo las imágenes sagradas de Jesús del Rescate y San Isidro Labrador. En cada hogar, se erigen altares adornados con amor y devoción, donde los residentes expresan sus agradecimientos y presentan sus peticiones a Dios.
Este año, una nueva voz ha capturado la atención de la comunidad: la de Juan David Leitón, un niño de tan solo 7 años. A pesar de su corta edad, él conoce cada canción y oración de la Romería, siguiendo así los pasos de su abuelo. Junto a su hermano Daniel, los dos niños combinan sus deberes escolares y su compromiso con la tradición, demostrando una madurez espiritual que va más allá de su edad.
En cada visita, las familias de Tierra Blanca reciben a los romeros con una calidez y alegría contagiosas. Al mediodía, la hospitalidad se extiende aún más, con generosas ofrendas de almuerzo y café para aquellos que caminan en nombre de la fe.
Y cuando llega el momento de partir, la Romería culmina con la recitación del rosario, un acto de devoción que une a la comunidad en una profunda conexión espiritual. En un mundo que cambia rápidamente, donde las tradiciones a menudo se desvanecen en el torbellino del progreso, Tierra Blanca de Cartago es un faro de esperanza y continuidad.
Una comunidad que, a través de su Romería anual, no solo celebra su historia, sino que también abraza el futuro, transmitiendo la llama de la fe a las nuevas generaciones.