28 de noviembre de 2018, 12:31 PM

Tocar el acordeón tiene su ciencia y más aún, bailarlo mientras lo toca.

Pero para don Oliver eso es tarea sencilla, el acordeón es su caballo de batallas.

Con ese instrumento anda en rezos y alegrando a todos los vecinos de Sarchí.

Su esposa, aunque bailó solo para allá nota, es igual de alegre y con sus risas, contagia de alegría a todo el pueblo.