Por Mariana Valladares |30 de mayo de 2025, 10:00 AM

En una esquina del parque, en un anuncio de Facebook o incluso en un mensaje de WhatsApp: así de fácil, y así de informal, se ofrecen cada semana decenas de perros en Costa Rica. Muchos compradores potenciales no se preguntan de dónde viene el animal ni si realmente está disponible para ser entregado. Sin saberlo, podrían estar participando en un delito: la compra de un can robado.

Aunque no existen cifras oficiales claras sobre cuántos perros son robados al año en el país, las organizaciones de rescate y las redes de denuncia ciudadana reciben cada vez más reportes de mascotas desaparecidas en circunstancias sospechosas. 

La falta de regulación y la facilidad de venta por redes sociales han facilitado un mercado informal donde el bienestar animal —y el derecho de las familias a convivir con sus mascotas— quedan vulnerados.

“El robo de un perro no solo es una pérdida emocional para la familia; también es un trauma profundo para el animal. Un perro separado de forma brusca de su hogar puede mostrar señales evidentes de angustia: miedo, temblores, rechazo al contacto, falta de apetito, llanto continuo o intentos de escapar”, explica Alexandra Alvarado, etóloga y especialista en comportamiento canino. 
Según Alvarado, muchos de estos perros desarrollan lo que podría considerarse un duelo: una fase de negación, ansiedad e incluso depresión. 

“Algunos no logran adaptarse nunca a un nuevo entorno porque siguen esperando volver a su hogar. Otros pueden volverse agresivos o desconfiados como mecanismo de defensa”, acotó. 
¿Cómo se ve un perro robado?

Ericka Martínez, directora de Guardianes de Perros, una organización que rescata y cuida animales en situación de riesgo, ha visto estos casos de cerca.

“Nos ha pasado más de una vez que rescatamos un perro en venta y, al publicarlo, una familia lo reconoce como suyo. Algunas veces tienen fotos, videos, hasta denuncias policiales. Lamentablemente, muchas veces el perro ya ha sido entregado o vendido a alguien que no sabía que era robado”, cuenta.

Martínez asegura que hay varios indicios que pueden levantar sospechas:

  • El perro está limpio, bien cuidado, parece tener dueño reciente.
  • No tiene papeles, ni chip, ni historial médico.
  • La persona que lo ofrece no quiere mostrar dónde lo tenía ni cómo lo consiguió.
  • Insiste en una venta rápida y a un precio sospechosamente bajo.
  • A veces lo presentan como “rescatado”, sin mayor explicación.
¿Cómo se diferencia de un perro callejero?

La diferencia entre un perro robado y uno que ha vivido mucho tiempo en la calle puede ser notable. Según Alvarado, “el perro callejero suele estar delgado, sucio, y se ha acostumbrado a vivir solo o con otros perros. Puede estar más alerta, pero también más resignado”. En contraste, el perro robado muestra un quiebre emocional reciente: está confundido, puede mostrarse retraído o con actitudes inusuales de miedo o rechazo.

“Es como si de pronto alguien te sacara de tu casa sin explicaciones y te dejara en un lugar desconocido. El perro no entiende qué pasó, solo sabe que perdió todo lo que le daba seguridad”, añade la etóloga.
Ambas expertas coinciden en que es fundamental actuar con responsabilidad. Adoptar un perro debe ser un acto informado, ético y empático. Si algo no cuadra, no lo ignore.

Estas son las recomendaciones básicas:

  • No acepte al perro de inmediato.
  • Solicite información detallada sobre su procedencia. ¿Dónde lo encontró? ¿Cuánto tiempo lo ha tenido? ¿Tiene fotos previas o documentos?
  • Revise si tiene chip o tatuajes de identificación.
  • Llévelo a una clínica veterinaria, donde podrían ayudar a buscar registros o rastrear su identidad.
  • Revise páginas y grupos de mascotas perdidas, y publique la foto del perro con una descripción para ver si alguien lo reconoce.
  • Contacte a asociaciones de rescate animal o al Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa).
Denuncie si sospecha que la venta es ilegal. Aunque el proceso puede ser lento, es un paso importante para frenar el tráfico de animales.

Un problema estructural

La compraventa informal de perros —robados o no— es un reflejo de un problema mayor: la falta de regulación y control en la tenencia, reproducción y comercio de animales domésticos. Mientras no exista un registro obligatorio de mascotas y un sistema nacional de trazabilidad, será difícil prevenir el robo y proteger a los animales.

“No se trata solo de castigar a quienes roban perros, sino de cambiar la cultura de consumo. Un perro no es un objeto, ni un regalo de temporada. Es un ser vivo que siente y sufre”, dijo Alvarado.
Martínez también destacó, que según su experiencia, un 80% de los robos de mascotas son cometidos por vecinos o conocidos, personas que realmente conocen el valor del animal y lo que el dueño podría pagar para un posible “rescate”. Por ello, no hay una raza de perro más sustraído, todo depende del valor que tiene dicho animal para su dueño. 

Por eso, la recomendación principal de las expertas es clara: si desea tener un perro, adopte de forma responsable. Acérquese a un refugio, investigue, y comprométase con el bienestar del animal que está por integrar a su vida.

“Detrás de cada perro robado hay una familia buscándolo, llorándolo, esperándolo.Y cada vez que alguien compra sin preguntar, ese reencuentro se hace más difícil”, finalizó Guardianes para Perros. 

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