6 de noviembre de 2017, 6:51 AM

Detrás de cada jugador hay una historia valiosa qué contar como la de Orlando Galo, joven de tan solo 16 años que tuvo que dejar siendo apenas un niño su natal Jacó para cumplir su sueño de jugar con Alajuelense.  

Los  aficionados alajuelenses celebraban un anhelado triunfo ante Liberia después de seis pérdidas consecutivas, pero para dos familias que el destino juntó, la mayor alegría este domingo en el Morera Soto era ver por primera vez en la máxima categoría al joven de apenas 16 años Orlando Galo, uno de los  dos cachorros que hizo debutar  Wilmer López ante los pamperos.

La emoción que sentía su mamá Ramona Calderón Mamá al verlo vestido de rojinegro por primera vez en la Primera División era indescriptible.

Desde Jacó era imposible traerlo a entrenar con el equipo manudo a pesar de sus capacidades, por eso apenas un niño tuvo que dejar su hogar para venirse a vivir a Alajuela.

Hace 8 años, un corazón noble le cambió la  vida a este joven

“Escuché que él era de bajos recursos, le doy gracias a Dios que hemos podido ayudarlo y llamé a los papás y les dije que quería que siguiera con su objetivo que los está logrando”, indicó José Francisco Miranda quien lo recibió en su casa.

“No ha sido fácil ha sido como una familia… a él le ha ayudado bastante”, indicó su padre Orlando Galo.

Un talentoso muchacho con dos  familias que no se conocían…

“Son dos familias, geniales, una en Jacó y otra aquí con la que convivo día y noche…”, mencionó el joven jugador.  

“Eso es  la magia del fútbol, unir familias  y estamos muy agradecidos. Sin él Galo no podría estar donde está a estas alturas”, concluyó su padre.