Por Juan José Herrera |6 de septiembre de 2016, 15:49 PM

La Selección Nacional adornó su boleto a la hexagonal con un triunfo 3-1 ante Panamá, valedero por el liderato del grupo y la defensa del invicto en esta primera fase de la eliminatoria rumbo a Rusia 2018.

La victoria, fabricada con un doblete de Christian Bolaños (18’ y 79’) y otro tanto de Rónald Matarrita (84’), alcanzó también para reafirmar esa imagen de fortaleza inexpugnable de un Estadio Nacional que mantuvo su marca perfecta en una noche de pruebas.

En el consenso mutuo del ensayo y ya con el deber cumplido, Óscar Ramírez y Hernán Darío Gómez plantaron en el terreno de juego dos equipos alternativos: el del Bolillo atrevido, el del Machillo más cauto.

El colombiano relevó a toda su titular en pos del examen, les metió minutos a los suplentes y los observó en un ambiente hostil. Fue una prueba de lujo pensando en todo lo que viene.

Ramírez hizo lo propio pero sin traicionar sus principios. La mitad de sus titulares acompañaron a los relevos, una mezcla interesante que en el papel dejó muchísimo más que en la práctica.

La posibilidad de ver en acción a hombres como Esteban Alvarado, Bryan Oviedo, Francisco Calvo o Allan Miranda fue un gesto que la grada y el técnico agradecieron por igual. En las dos filas había interés por valorar desempeños.

También apareció Giancarlo González, a quien el vilo por su futuro en Europa lo había alejado de los planes de la Tricolor pero que este martes regresó al once, en un partido donde cumplió sin adornos. 

Todos dejaron lo suyo, pero sin duda el punto alto fue para la figura del Everton. Seguro atrás y cuando pudo punzante arriba, Oviedo demostró con la camiseta patria que el amargo de la lesión ya no le sabe; y que, sino un titular, el Machillo tiene en él un relevo de lujo.

De hecho por su carril se vio lo mejor de la Tricolor en la primera mitad. Primero con Cristhian Bolaños y más tarde con Joel Campbell, los dos parte de la ofensiva nacional junto a Johan Venegas.

Aquí hay que detenerse en la renovada entrega que desde el Mundial no se cansa de exhibir  Bolaños, eso y la picardía que derivó en ese merecido doblete: primero al 18’ cuando sorprendió al portero canalero con un remate pegado al primer palo, más tarde con un disparo certero que llevó la tranquilidad del 2-0 al 79’.

Con menos emoción hay que hablar de Campbell. La nueva ficha del Sporting se volvió a perder con el paso del reloj, dejando en ascuas a una afición que sigue esperando la velocidad y amagues a la que la acostumbró.

Puntos altos

En el examen general vale destacar también lo de Calvo, quien en su faceta de central levantó la mano como uno de los mejores productos que el campeonato nacional tiene para ofrecerle a la Sele, mientras que Miranda cumplió cuando se le exigió e incluso se permitió algo arriba. No sobresalió, pero tampoco defraudó.

Ahí también estaba Alvarado, ese nombre que aún arrastra atisbos de incógnita. Tras un primer tiempo de excesiva calma el complemento finalmente le llevó balones. Se habría ido con un cero en la portería de no ser por el penal de Celso Borges al filo del tiempo reglamentario, falta que Luis Tejada convirtió en descuento ya en la reposición.

Pero más allá de ese tanto para el registro a la Tricolor hay que aplaudirle la tranquilidad en un juego eliminatorio, incluso con lo poco que Panamá trajo a la cita.

Desde la fortaleza defensiva pasando por el manejo de Azofeifa y Borges –tampoco de excesivo brillo-, la Selección Nacional se va de la cuadrangular con el rendimiento que su afición esperaba y una base clara que además se permitió por fin algunas variantes.

El ingreso de Matarrita, hombre de la confianza de Ramírez, provocó también un amague de goleada con el 3-0, producto de un contragolpe letal que le bajó los humos a la visita. 

Al final fue una noche redonda para el Machillo y compañía, y una victoria para dar la bienvenida a la pausa de dos meses que traerá, ahora sí, lo más duro del camino hacia Rusia.