6 de septiembre de 2013, 15:44 PM

Un partido que en principio pareció el esperado renacer de la selección mexicana, terminó por ser una tormenta más que desordena el ambiente futbolístico en ese país. Honduras levantó la mano, perdió el respeto y firmó el segundo aztecazo de la historia.

Oribe Peralta marcó el 1-0 apenas al minuto 7 de la inicial. México lucía sólido con mayor control d de la pelota, pero el tiempo se encargó de cimentar una especia de renacer de los catrachos que fueron más, más y más.

Sin embargo, el primer tiempo solo dejó la base para lo que vendría, pues el marcador no se movió y los mexicanos se fueron al descanso con un tembloroso 1-0. Honduras lo notó, lo anotó y lo aprovechó.

Jerry Bengtson allanó el camino. Al 64 aprovechó la debilidad de la zaga azteca y estableció el empate. Frío el ambiente, similar al que congeló a la Sele en Colorado, pero acá no hubo nieve, sino una tormenta que pasó a huracán. En el Azteca, más de 100 mil damnificados.

Solo tres minutos después el incómodo Carlo Costly dijo: ¿por qué no? Y la respuesta terminó por resultarle positiva.

Un pase al espacio lo dejó mano a mano con un defensor, la potencia le permitió dejarlo atrás y lo que vino fue el opio del pueblo catracho. Control, fuerza, zurda y ya. 1-2. Minuto 67. Dominio centroamericano. Aztecazo versión dos.

México intentó con armas pero sin orden, ese gol del hondureño generó tantas preguntas que el Chepo de la Torre no encontró respuesta para ninguna. Pese a ello, Honduras siguió más cerca del tercero que los mexicanos del empate.

El tiempo marchó, trotando contra las ansias del gigante convertido en ínfimo rival. Honduras venció, México siguió en picada y la fiesta fue azul y blanca. Honduras levanta la mano, México baja la cabeza y la hexagonal pinta diferente. Muy diferente.