Por José Fernando Araya |8 de noviembre de 2016, 10:42 AM

La magia de la afición lo elevó aquella noche. Al final, el impulso de los aficionados suele decantar el destino de muchos partidos de la Selección Nacional en eliminatorias, y aquella noche del 27 de marzo del 2001, el apoyo del público levantó a Steven Bryce más de 20 centímetros para ganar un centro y anotar el gol que encaminaría el triunfo de la Tricolor.

Por aquellos días, La Sele llegaba obligada a ganar, pues un mes antes había empatado agónicamente ante Honduras en el Ricardo Saprissa y la Selección apenas caminaba a la que sería su eliminatoria más exitosa.

Pero Trinidad y Tobago no se amedrentó y complicó las cosas. Un primer tiempo cerrado, con oportunidades desperdiciadas por falta de tranquilidad hicieron que por primera vez la duda comenzara a rondar a La Sele.

Los caribeños eran corpulentos y rondaban el promedio de altura de 1.80 metros.

Su portero, Shaka Hislop, contaba con 1.93 m de altura. Los centrales, Marvin Andrews e Ian Cox con 1.91 m y 1.83 m, respectivamente.

Por eso, la previa del juego se habló hasta la saciedad de lo difícil de anotarle de cabeza a los trinitenses.

Steven Bryce era más menudito, no era cabeceador nato y tenía casi 20 centímetros menos que los defensores (1.70 m). Pero su fuerza de voluntad fue el trampolín necesario aquella noche.

“Yo me caracterizaba por ser un jugador de retos. Me gustaba romper paradigmas. Si me decían que yo era pequeño y que no podía meter goles de cabeza  o saltar, yo practicaba e iba y saltaba. Si me decían que no podía anotar de izquierda iba y practicaba hasta poder anotar de izquierda, entonces era de retos”, explicó Bryce.

Los caribeños tenían cartel por jugar en Inglaterra, mientras que en Costa Rica, Paulo Wanchope -único referente internacional de aquel momento, y uno de los futbolistas más altos- se encontraba en la banca ansioso por jugar.

“Nuestra única referencia era Wanchope. Cuando él venía acá, veía que en los entrenamientos 'Chope' metía codos, que era de un fútbol fuerte, entonces estaba preparado”, añade el volante, que aquel día jugó recostado a la banda.

El primer tiempo se gestó con un incómodo 0-0 que solo a Alexandre Guimaraes agradó, por eso en el entretiempo pidió a sus jugadores insistir y seguir encimando al rival, pues el error iba a caer.

Cabezazo, caño y gol.

Tras tres meses de especulaciones, Steven Bryce llegó fichado a Alajuelense, en agosto del 2000, tras dejar las tiendas del Saprissa, club donde se formó y brilló.

La decisión no cayó muy bien en las filas moradas pues se convirtió en su verdugo en clásicos, pero esa es otra historia.

En la Liga se encontró con Carlos Castro, distribuidor de goles por la banda izquierda. Aquel día ambos estaban en la cancha del estadio Alejandro Morera Soto, escenario poco frecuente en eliminatorias para muchos, pero para ellos dos era su casa.

“Veo que hacen una pared y Carlos Castro llega a la línea. Yo ya jugaba con Carlos Castro entonces conocía los centros de él, que siempre iban al punto de penal. En eso entro al área y veo que Fonseca se lleva la marca al primer palo, y por instinto llegué al punto de penal y veo a tres torres, una de ellas era Shaka Hislop, un porterazo altísimo y que jugaba en Inglaterra y otras dos torres a las que prácticamente les llegaba a la cintura”.

Hislop, ingeniero mecánico de profesión, contaba con 37 años. Llegó a jugar con la Universidad de Howard en Washington D.C. Su futuro lo amarró cuando lo vieron en Inglaterra y lo ficharon por el Reading en 1992, según reveló el diario La Nación de Argentina.

Con experiencia en el West Ham, Crystal Palace y Newcastle; entre otros, Hislop jamás imaginó que su debilidad aquella noche estaría entre sus piernas.

“Salté en medio de las dos torres y logré cabecear, sin imaginar que fue hacia abajo y así anoté en entre las piernas del portero.

“Ahí estalló de felicidad no tanto por el ser el primer gol del partido, sino por lo qué logré. No lo creía”.

Aquel gol abrió el camino e impulsó la confianza de los jugadores con la afición.

Wanchope ingresó de cambio al minuto 70 y con dos goles selló el triunfo 3-0 ante Trinidad y Tobago en el Morera Soto.

El triunfo comenzó a gestar una eliminatoria de lujo, que despegó esa noche.

“Tengo tres razones que hicieron que anotara ese gol. Primero el instinto, segundo, creo que fueron ángeles que me alzaron y llegué a cabecear pues no hay otra explicación física… la otra, y creo que es uno de los factores que siempre influyen en eliminatorias y es la afición, quien fue fundamental para sacar ese partido”.