Internacional

Una campeona filipina de 'jiu-jitsu' combate contra la pederastia

Según la organización de ayuda jurídica International Justice Mission (IJM), niños filipinos son buscados por pederastas extranjeros que pagan para ver en directo, a través de internet, abusos sexuales.

Por AFP Agencia |3 de abril de 2019, 1:00 AM

Abandonada y víctima de la violencia sexual durante su infancia, Angelica sufrió para superar los horrores de su pasado, como numerosos menores en Filipinas, uno de los epicentros mundiales de la pederastia. Pero una campeona de 'jiu-jitsu' le ha devuelto la esperanza.

La estrella filipina de las artes marciales Meggie Ochoa enseña autodefensa a las víctimas con el objetivo de entregarles las herramientas para permitirles recuperar la seguridad perdida y que se defiendan mejor en el futuro.

Según las asociaciones de protección de la infancia, Filipinas es un centro de la explotación sexual de menores y del turismo sexual. Entre 60.000 y 100.000 niños están sometidos por las redes de prostitución.

"Algunos de los niños que he conocido pensaban que no valían nada debido a lo que habían vivido", señala a la AFP Ochoa, de 28 años. "Esto me rompió el corazón", añade.

En dos años, con la campaña 'Combate para protegerte' ha enseñado herramientas de autodefensa a cientos de menores, la mayor parte niñas de entre 12 y 16 años, procedentes de familias pobres y que han sufrido abusos sexuales, maltrato y abandono.

Ochoa les ofrece dos tipos de formación, una para el deporte y la otra centrada en la autodefensa.

- Abusos en casa y pedofilia en internet -

Angelica, de 15 años, se esfuerza en reconstruirse. "El 'jiu-jitsu' me ha enseñado a ser disciplinada, a afrontar mis miedos y me ha dado confianza", explica a la AFP.

"Puedo hacer frente a los problemas que he conocido y ahora sabría reaccionar ante la gente", añade.

La pobreza extrema -un filipino de cada cinco vive con menos de dos dólares por día-, el fácil acceso a internet y el dominio del inglés explica que este archipiélago del sudeste de Asia sea un punto marcado por los depredadores sexuales.

Según la organización de ayuda jurídica International Justice Mission (IJM), niños filipinos son buscados por pederastas extranjeros que pagan para ver en directo, a través de internet, abusos sexuales.

"El fácil acceso a internet y a los servicios de envío de dinero hacen que el país sea un centro neurálgico del problema", subraya IJM, que añade que en muchos casos son los padres u otros miembros de la familia los que organizan la explotación sexual de los niños.

La ONG Tierra de Hombres había puesto en el foco este problema hace algunos años con una niña filipina virtual. En varias semanas 'Sweetie' fue contactada por más de 20.000 depredadores procedentes de 71 países.

"Es simplemente horrible, no solo la explotación sexual, también los abusos sexuales cometidos en las casas de muchos niños filipinos", dice Ochoa.

En un país en el que el deporte rey es el básquetbol, el 'jiu-jitsu' es una disciplina que ha llegado recientemente. Ochoa hizo historia al ganar el oro en el Mundial de Suecia-2018.

- Reaprender a batirse -

La estrella de las artes marciales se dio cuenta de que podía ser útil tras leer un artículo sobre Karla Jacinto, una joven mexicana que estimó haber sido violada 43.200 veces.

"En parte me sentí culpable. Hago 'jiu-jitsu', gasto el dinero de otros para cumplir mi sueño y está pasando todo esto", dice.

Para las víctimas, el 'jiu-jitsu' tiene la ventaja de ser una disciplina en la que la técnica es más importante que el físico. No es necesario ser un coloso: Ochoa, que mide 1,52, lo demuestra ganando habitualmente a rivales de más talla.

El cuerpo a cuerpo de este deporte permite a sus practicantes reaprender el contacto físico con otra persona, subraya Ochoa: "Para aquellos que han sufrido un traumatismo específico, este deporte les hace sentir cómodos, con los contactos apropiados, lejos de lo que fueron los abusos".

Uno de los efectos más devastadores de los abusos sexuales es la pérdida de confianza. Las víctimas tienen la impresión de no valer nada, evitando tomar riesgos o iniciar desafíos. Ochoa lo ha comprobado con sus alumnos, especialmente con una chica a la que ha ayudado a levantar la cabeza.

"En competición, ponía todo el corazón y no abandonaba nunca. Lo que me llegó fue que, tras una derrota, dijo: 'Me hace tanto bien poder batirme'".